Según el último informe sobre perspectivas económicas elaborado por el Banco Mundial, la situación global es francamente complicada. Tras la gran crisis provocada por la pandemia del Covid-19, con un confinamiento estricto primero e importantes limitaciones de movimiento después, Europa sufre el envite de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que extiende la disrupción en las cadenas de suministro y acentúa la desaceleración económica. “Tuvimos un parón general de la actividad en todo el mundo, y cuando empezábamos a recuperarnos, llega otra guerra a Europa y nos coloca de nuevo en la casilla de salida”, expuso José Luis Jiménez, Director General de Inversiones de MAPFRE, al inicio de la ponencia inaugural en las Jornadas Internacionales Global Risks de MAPFRE. A este punto de partida hay que añadir un agravante: en esta ocasión se trata de una tendencia global. “Está pasando en países desarrollados y en países emergentes”, subrayó.
Un término que sirve para describir esta situación, acuñado en el ámbito económico en los años 60, es la estanflación. Fue un conservador británico, ministro de Economía, el que en un Parlamento la usó por primera vez, al afirmar que el mundo se enfrentaba a lo peor de dos situaciones: por un lado, una gran inflación y, por otro, un bajo crecimiento (estancamiento).
Situación inesperada y sin precedentes
Si retrocedemos pocos años atrás, todas las previsiones apuntaban a que los tipos de interés iban a estar muy bajos, e incluso negativos, durante décadas, y no había visos de inflación. “La globalización nos había traído un entorno muy cómodo y, sin embargo, lo que ha sucedido ha cambiado todo”, afirmó José Luis Jiménez. Haciendo un promedio de todas las previsiones publicadas tras la pandemia, se anticipa un crecimiento económico global muy lento y una subida abrupta de los precios. “El hecho de que no podamos acceder al petróleo, al gas o a cualquier otra materia prima con unos costes competitivos está generando esta inflación. Hay pronósticos de que a finales de este año o principios del siguiente esta tensión financiera se atenuará, pero a medida que va pasando el tiempo nos hacemos a la idea de que quizá no baje tan rápido como se había previsto”, aseguraba.
Esta difícil situación repercute tanto en los mercados financieros como en el papel de las aseguradoras. “Estamos viendo cómo muchos de los activos que tenemos en los balances están sufriendo de manera puntual. ¿Qué es lo que ha ido bien? Las materias primas. La renta variable en América Latina y también la inversión en infraestructuras. ¿Por qué? Porque normalmente los precios de los servicios están vinculados de alguna manera a la inflación”, expuso el Director General de Inversiones de la compañía, que también advirtió que en el próximo año subirán considerablemente los tipos de interés, lo que frenará el crédito de las empresas y supondrá un golpe para las familias. “La labor de los bancos centrales consistirá en buscar el equilibrio, frenando la inflación sin alcanzar una cuota de tipos de interés muy elevada”, añadió, reforzando los marcos macroeconómicos y reduciendo las vulnerabilidades.
Aprendiendo de crisis precedentes
En 2012, la Zona Euro se enfrentó a una importante crisis interna, que terminó con la intervención del Banco Central Europeo. Tal y como sucedió entonces, la subida de la prima de riesgo que experimentan en estos momentos países como España e Italia es un aviso de los mercados. “Necesitamos un mecanismo de ajuste para que los países del sur no tengamos un encarecimiento de la financiación”, explica.
Toda esta situación está generando que, de una economía globalizada, se evolucione hacia una economía por regiones, un desarrollo práctico y efectista que, sin embargo, puede ser perjudicial a medio y largo plazo. Este es, sin embargo, el escenario al que nos enfrentamos. “Vamos a tener muchas restricciones de oferta, y eso va a continuar. ¿Va a haber estrés financiero? Sin duda. Y el bajo crecimiento económico, como decía al principio, nos va a llevar a un periodo de estanflación”, admitió el experto que, ante esta crisis, considera que las tensiones estructurales no cesarán. Desde la Dirección de Inversiones de MAPFRE, abogan por una progresiva implicación de los bancos centrales. “Van a intervenir, pero quizá no todos con la celeridad y la necesidad suficiente. Vamos a hablar de contracción económica, de crecimiento del paro, de incrementos de la mora, de posibles quiebras e incluso de cierto revuelo social”, admitía.
Sin ceder al pesimismo, Jiménez aseguraba que en ese contexto es necesario ser prudentes y descontar que el crecimiento de los precios va a ser moderado, pero no tener una visión cortoplacista de los mercados financieros. Para ejemplarizar la necesaria perspectiva que permita calibrar este momento, puso la mirada en una época “muy similar, donde hubo guerras, pandemias, fuertes inmigraciones y mucha inestabilidad política”: el Renacimiento, una era en la que la humanidad pasó de la oscuridad del medievo a la ebullición de las artes y las ciencias. “La enseñanza ahora es que ese término se acuñó 400 años después. Antes esa parte de la historia no tenía nombre, y de alguna manera pasó desapercibida. Hoy en día nos movemos en una situación similar. Somos una generación que ve cómo avanza la tecnología en tiempo real”, aseveraba. La pregunta que añadía es si seremos capaces de poner ese avance tecnológico, médico, científico y humano en su contexto. En mitad de esta tormenta, con tanta crisis, inflación y tipos de interés al alza, no es sencillo percibir que vivimos un nuevo renacimiento. A día de hoy, hay muchos más científicos en el mundo trabajando de los que hubo en los últimos 20 siglos juntos. Todo eso nos llevará, sin duda, a una situación mejor”, concluyó.