El transporte marítimo, que representa más del 80% del volumen del comercio mundial, afronta en la actualidad importantes desafíos tecnológicos, políticos y climáticos. Para superarlos con éxito y resiliencia, cuenta con el apoyo necesario del sector asegurador.
Economías y sociedades enteras dependen de la cadena de suministro global, y para garantizarla hay que hacer frente a riesgos constantes, que van desde averías técnicas a desastres naturales. En este contexto, el seguro marítimo se presenta como un instrumento fundamental para su industria. Precisamente, Michael Burle, Head of Marine & Deputy Active Underwriter en Liberty Specialty Markets, abordó esta cuestión durante el último congreso de Alsum.
Ya sabemos que la magnitud de los peligros que enfrenta el seguro marítimo añade mucha complejidad a este reto. Sin embargo, también lo hace, y no se tiene tan presente como lo anterior, la magnitud de los peligros que no se pueden predecir, como son los de origen natural. Para referirse a ellos, Burle habla del concepto “medusa negra”: eventos y fenómenos catastróficos que tienen el potencial de volverse habituales: “No nos damos el suficiente crédito por conseguir que el libre comercio siga existiendo frente a desafíos tan complicados como pandemias, huracanes o conflictos armados”, afirma.
El seguro marítimo actúa como una cota de malla que protege tanto a las empresas comerciantes como a los operarios logísticos, y no es pequeña su labor. Aunque son numerosos los peligros que amenazan su eficiencia, Burle centró su comparecencia en dos de gran impacto: el cambio climático y las tensiones geopolíticas.
Cambio climático: de amenaza a realidad
Según datos de la NASA, 2024 ha sido el año más cálido de la Tierra desde que comenzaron los registros modernos de temperatura (siglo XIX), y los últimos diez años han sido los 10 más cálidos de los que se tiene constancia. “Existe un calentamiento global, y a día de hoy es irreversible”, enuncia Burle. Este proceso ha desembocado en uno de los desafíos más apremiantes de la industria marítima: el cambio climático. Sus inmediatas consecuencias ya impactan en el sector de muchas maneras. Genera patrones meteorológicos cambiantes que alteran las rutas navieras, y apremia al sector a asumir una transición a fuentes de energía más limpias y a la descarbonización de sus actividades. Además, la incidencia de fenómenos climáticos ha dado lugar a mayores incidencias de pérdidas y daños de la carga.
Como ejemplo reciente de su impacto, el experto citó la sequía que perturbó la dinámica del Canal de Panamá en 2024. La disminución drástica de los niveles de agua provocó limitaciones en el paso de embarcaciones (en número y tamaño). “El nivel estaba seis pies (casi dos metros) por debajo de lo habitual, y estas restricciones derivaron en retrasos en servicios, interrumpiendo el suministro y aumentando los costos para las compañías implicadas, incluyendo navieros y fletadores, que tomaron rutas más largas o eligieron esperar”, explica.
El Canal de Suez, otro punto estratégico del mar Mediterráneo, sufrió un colapso de seis días en 2021 debido al encallamiento del Ever Given, un gran buque portacontenedor que fue desviado de su ruta por fuertes vientos. Las pérdidas mundiales por cada uno de los días superaron los 15 millones de dólares.
Preocupación ante las tensiones geopolíticas
El último informe sobre Transporte Marítimo publicado en el último trimestre de 2024 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, indica que las tensiones geopolíticas y las alteraciones en la política comercial siguen definiendo las perspectivas del transporte y el comercio marítimo. “Llevo 32 años en el sector asegurador, y nunca había percibido un mundo tan dividido y polarizado. Los muros y los conflictos existen, lamentablemente, en todos los rincones del planeta, y muchos han impactado en el comercio marítimo, especialmente aquellos relacionados con el Mar Negro y el Mar Rojo”, expone Burle.
La inestabilidad en estas regiones es constante, y el experto asegura que la situación cambia de un día para otro. Conflictos como el protagonizado por los hutíes frente a las costas de Yemen, o la guerra entre Rusia y Ucrania, no solo afectan a los países directamente involucrados, sino que repercuten en la estabilidad del comercio mundial.
La industria aseguradora ha sido esencial para reducir la exposición a estos riesgos y para proteger a las empresas que operan en zonas peligrosas: “Hoy en día, seguimos asegurando buques y cargas vulnerables en estas áreas, y el sector sigue cumpliendo con su función esencial”, asevera.
En alianza con la industria aseguradora
Si el seguro marítimo ha logrado mantenerse como garante del comercio global es porque ha conseguido desarrollar una gran capacidad de adaptación y mejora de sus servicios frente a desafíos vigentes y potenciales. Sin embargo, Burle asegura que siempre hay trabajo por hacer.: “Tenemos la responsabilidad de seguir formándonos, de ofrecer nuevas coberturas, de generar un mercado de oportunidades para que las empresas progresen, para que se mantenga el mundo en movimiento”, reclama.
El apoyo de la tecnología, y en particular de la Inteligencia Artificial, tiene cada vez más peso en el sector y, además, ofrece “grandes oportunidades para mejorar la gestión de los seguros marítimos”. Esta colaboración entre sectores dependerá de la habilidad para detectar riesgos emergentes, así como de la resiliencia y adaptabilidad del mercado. “Recordemos que el primer producto de seguro que se inventó, en la antigua Babilonia, fue en el ámbito del comercio marítimo. Y seguimos teniendo motivos para estar orgullosos de nuestra industria”, concluyó.
