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Neoindustrialización del Aecero en Latam

Reflexiones sobre la industria del acero en América Latina

Los objetivos de transición y sostenibilidad asumidos por industrias estratégicas son de esencial cumplimiento para el reto global de respeto medioambiental, pero acometerlos en un sector centenario y desigual, como el del acero, es especialmente desafiante para una región como América Latina.

La siderurgia es una industria fundamental para el funcionamiento de multitud de sectores estratégicos y, por tanto, para el desarrollo social y económico mundial. En América Latina están potenciando la matriz productiva para impulsar su tejido productivo y hacerse con un lugar competitivo en el mercado global, pero en este contexto convergen los desafíos propios y las presiones externas, como explica Alejandro Wagner, director ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero). “Estamos viviendo una etapa muy trascendental por dos grandes tendencias mundiales: una es una suerte de revalorización del acero como producto estratégico, que está derivando en una regionalización de la industria más allá del bloque China-Estados Unidos. Hay un claro repensamiento de las cadenas globales que, aunque ya existía antes de la pandemia, se está potenciando aún más, y ya se están viendo procesos de relocalización de plantas”, afirma.

La otra tendencia imparable tiene que ver con el compromiso del sector con la descarbonización y la lucha del cambio climático, un aspecto más complejo al tratarse de una industria hard-to-abate, referida a aquellas cuyo impacto es más difícil de mitigar. Esta calificación viene dada por el uso intensivo de energía que se utiliza para producir el acero, un elemento que no puede dejar de existir porque es un elemento básico para muchas otras industrias, aunque también tiene un innegable potencial sustentable. “Hay muchos estudios que lo evidencian. A diferencia de otros, es 100% reciclable con procesos relativamente simples, porque se puede volver a utilizar en un alto horno o en un arco eléctrico, que son las dos grandes rutas de fabricación para rehacerlo”, asevera Wagner.

Una transición energética justa

Los objetivos en materia de sostenibilidad del sector están alineados con los alcanzados en el Acuerdo de París, aunque cada región y cada empresa puede tener su propia hoja de ruta. “Básicamente porque no todos parten de la misma meta y no todos tienen la misma ruta de producción”, explica. “Hay países con muchos más recursos económicos que otros y sectores que cuentan con subsidios o herramientas de financiamiento estatales que hacen que se aceleren más ciertas transiciones. En Latinoamérica eso casi no existe”.

Uno de los pasos a dar, como explica Alacero, sería la evolución de los tradicionales altos hornos al arco eléctrico con bajas emisiones de carbono. “Hay plantas en Europa (Francia, Alemania, etc.) que están cerrando altos hornos antes del fin de su vida útil, lo que es ineficiente y económicamente negativo, pero pueden hacerlo porque tienen subsidios del Estado. Eso en Latinoamérica no está ocurriendo, y no creo que vaya a ocurrir porque estamos en una situación económica muy diferente”. En este contexto, nos habla de la transición justa, un concepto que abarca tanto el debate del medioambiente como la cuestión social que conlleva. Alcanzarla de forma ajustada al contexto de la región es un desafío que organismos como la CEPAL han tratado de manera recurrente y que, en la pasada COP28 celebrada en Dubái, se pudo debatir al máximo nivel.

Camino adaptado

Aunque desde Alacero apoyan sin reservas el camino hacia una actividad siderúrgica más respetuosa con el medio ambiente, advierten de que este recorrido debe trazarse en función de las características de cada región, así como las restricciones. “Las políticas ambientales no pueden avanzar a la misma velocidad, ni deben. Si uno toma estadísticas, verá que Estados Unidos, China o Japón, junto a otros, abarcan el 80% de las emisiones del sector. Y, aunque el acero representa el 8,5% de las emisiones globales, América Latina representa cerca del 3,3% de la producción mundial de acero. En este punto habría que aludir a la condición promulgada por la ONU en el Pacto de París, que es el principio de las responsabilidades compartidas, pero diferenciadas. Es decir, compartimos todas la misma responsabilidad, porque el aire es uno solo y el planeta es uno solo, pero exigirnos la misma transición a todos no tiene sentido, ni es justo según la realidad de cada país. En el caso de Latinoamérica, se dejarían atrás a millones de personas con un movimiento que no desacelerará el impacto ambiental”, explica Wagner.

Un periodo trascendental del sector

Además de los objetivos fundamentales de sostenibilidad, los profesionales del sector están llevando a cabo iniciativas paralelas para poder paliar su impacto en el medioambiente. Uno de los más importantes es la reutilización, ya que el acero es 100% recuperable tras cada uso, sin perder propiedad alguna. El método prioritario es a partir de chatarra. “Hoy no se recicla todo lo que mantiene vida útil, pero se están haciendo muchas inversiones para maximizar la recolección y el uso de chatarra en los procesos productivos”, admiten desde Alacero.

Otro de los frentes que más se están potenciando es el del uso de fuentes de energía renovables, tendencia que se ve favorecida en el caso de Latinoamérica por la geografía tan propicia para su producción. Este objetivo se potencia, además con las tecnologías disruptivas que están optimizando el procesado de acero. “Son técnicas que, en realidad, existen hace más de diez o veinte años, pero ahora se están llevando a la práctica de manera más acelerada, aunque falte un largo camino por recorrer, no tanto en el aspecto I+D como en el de hacerlas más competitivas. Las dos principales serían el Carbon Capture —es decir, emito el carbono, pero lo capturo en la salida de la emisión para utilizarlo en otros procesos— y el otro sería Capture and Storage, que consiste en un almacenaje en los suelos, un proceso más complejo, pero que también es una solución que cada vez va a proliferar más”, relata Wagner. El fomento de estas iniciativas, y el apoyo a la industria regional, pasa por un compromiso común. “Tenemos una oportunidad enorme para aprovechar y ser, por qué no, un polo de producción de acero limpio en el mundo”, concluye el director ejecutivo de Alacero.

Ha colaborado en este artículo…

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Alejandro Wagner, Director Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero). Alacero está integrada por más de 60 empresas productoras y afines cuya producción es de 65 millones de toneladas al año de acero, lo que equivale al 95% del acero fabricado en Latinoamérica. La Visión de Alacero es ser la institución regional que representa a la industria del acero en América Latina para promover y promocionar su sustentabilidad sobre la base de su importancia para el desarrollo de la región.

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