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Paisajes agropecuarios para velar por la biodiversidad

La interacción del ser humano con el medioambiente para explotar sus recursos es, en ocasiones, invasiva de manera irremediable. Para atenuar su impacto y trazar una actividad respetuosa con el ecosistema, se están haciendo esfuerzos colectivos en el sector agropecuario.

Estos avances están siendo una vía para mejorar la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas agrícolas. Apoyándose en prácticas de cultivo integradoras y sistemas de regadío naturales. Estas técnicas son indispensables en países con altos valores de biodiversidad y fragilidad ambiental para responder efectivamente a desafíos mundiales como: la producción de alimentos, la reducción de emisiones de gas de efecto invernadero o la degradación de ecosistemas.

Una de las regiones que más está avanzando en la implementación de paisajes agropecuarios respetuosos con el ecosistema es Colombia, apoyados en instituciones como el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Humboldt, desde donde nos habla Andrea García, ingeniera ambiental.

Beneficio económico y ambiental

Se conoce como paisaje agropecuario al contexto geográfico resultante de la interacción entre la naturaleza y el ser humano a lo largo del tiempo para la producción de bienes y servicios agrícolas, pecuarios, forestales y pesqueros. “En ellos se vinculan valores económicos, ambientales y culturales que requieren enfoques de gestión específicos para mantener su identidad y capacidad de adaptación”, señala la investigadora. Estos espacios son ineludibles en la garantía del bienestar ciudadano, ya que de su producción proviene la capacidad de proveer alimento y empleo, entre otros servicios fundamentales.

“Sin embargo, cuando el aprovechamiento de los bienes y servicios de los sistemas naturales pierde su equilibrio, merma beneficios esenciales como la provisión de hábitat, el control de plagas, la polinización y la oferta hídrica”, advierte.

En este contexto, desde Humboldt apoyan los enfoques TSS (Transición Socioecológica hacia la Sostenibilidad), que surgen de la necesidad de hacer una definición de la biodiversidad que parta del reconocimiento de que la relación del ser humano con el medioambiente presenta profundas interdependencias. Esta gestión del territorio podría aportar flexibilidad a los sistemas naturales frente a la incertidumbre del cambio climático, y favorecer el cuidado de ecosistemas y especies.

En busca de la heterogeneidad ambiental

Para que se sigan cubriendo las necesidades sociales y medioambientales, es preciso fomentar una heterogeneidad en el paisaje. Para permitir la compatibilidad de los bienes y servicios agrícolas y ganaderos con la conservación de la biodiversidad y sus beneficios. Esta convivencia es esencial para asegurar la constante provisión de servicios ecosistémicos esenciales, vitales para mantener y mejorar: la seguridad alimentaria, el bienestar humano y la diversidad de formas de vida del planeta.

Para evaluar la heterogeneidad del paisaje en Colombia, recientemente se hizo un estudio sobre las Unidades de Producción Agropecuaria (UPA), de su tamaño y destino de explotación. En él se determinó que “menos del 25% de los paisajes agropecuarios del país son heterogéneos”, lo que significa que desarrollan actividades productivas en consonancia con la presencia de áreas naturales. Las regiones que presentan mayor heterogeneidad nula —donde solo existen actividades agrícolas y pecuarias— corresponden a Andina y Caribe, en contraste con Pacífico y Amazonía.

Una tendencia imparable

Tal y como señala Andrea García, uno de los hitos de la consolidación de las iniciativas en favor de los paisajes agropecuarios sostenibles es la publicación del ‘Marco Mundial de la Diversidad Biológica Post-2020’, un acuerdo internacional que busca abordar las principales amenazas a la biodiversidad y promover su conservación a nivel mundial. Este convenio persigue metas tan relevantes como: reducir el exceso de nutrientes que se descarga en el medioambiente, dirigir los flujos financieros a países en desarrollo o eliminar los incentivos dañinos para la biodiversidad.

“En consonancia con este marco, es esencial movilizar recursos y fortalecer las capacidades de los actores para conservar y restaurar los beneficios de los ecosistemas. Esto implica integrar visiones de la relación entre la diversidad biológica y los sectores económicos, así como promover transiciones hacia la sostenibilidad, la equidad y la competitividad de los paisajes”, añade.

Sobre los principales retos que existen, destaca el acceso a información que facilite el entendimiento de las dependencias y relaciones entre la biodiversidad, la diversidad cultural y la productividad. En este sentido, el Instituto Humboldt ha propiciado y participado en espacios de construcción de conocimiento para desarrollar herramientas y avances conceptuales y metodológicos. Con el fin de evaluar la sostenibilidad y resiliencia en paisajes productivos.

Además, ha trabajado en modelos de ganadería sostenible con estudios de diversa índole, como los que implican la conservación de escarabajos, muy beneficiosos para el terreno pero en peligro por la medicación de las reses. En esta línea ha colaborado en otros escenarios con actores institucionales, sectoriales, académicos y comunitarios en la articulación de visiones de: sostenibilidad, el entendimiento de desafíos socio-ecológicos de paisajes productivos y la construcción de narrativas de transformación.

Para abordar estos desafíos, es fundamental continuar fortaleciendo la colaboración sectorial en la gestión de los paisajes y su biodiversidad. Se requiere “un enfoque integral que promueva la sostenibilidad, la equidad y la competitividad, reconociendo la importancia de conservar la diversidad biológica para el bienestar humano y el futuro de la agricultura”, concluye.

Ha colaborado en este artículo…

AndreaGarcia Agripecuario

Andrea García, investigadora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Humboldt en temas de sostenibilidad del paisaje y resiliencia de sistemas socio-ecológicos.

Ingeniera Ambiental, especialista en Recursos Hídricos y Magíster en Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable. Además, controla diferentes técnicas de modelación de servicios ecosistémicos, impactos ambientales y escenarios de transformación, y ha trabajado en la formulación, coordinación y socialización de estudios ambientales.

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