Es una actividad que se lleva a cabo desde la prehistoria, pero proporciona materias primas que son la base de la sociedad actual. Los profesionales del sector enfrentan importantes desafíos en un escenario de altísima demanda y grandes compromisos medioambientales.
De las extracciones mineras se obtienen componentes esenciales para la construcción, la producción de vehículos y satélites o el mantenimiento de equipos hospitalarios, además de infinidad de productos de uso cotidiano. Algo tan común como un teléfono móvil contiene más de 70 elementos minerales diferentes.
La industria es clave para el desarrollo económico, y la demanda de sus productos es creciente. Pero, al mismo tiempo, con el compromiso medioambiental compartido, el escrutinio sobre su actividad nunca ha sido tan intenso. Ana Pedrouzo, Suscriptora Experta en Minería y Siderurgia de MAPFRE Global Risks, destaca la importancia de la minería para una economía sostenible.
“Se habla de la reducción de la huella de carbono y de la transición energética, pero no sé si la sociedad es consciente de que la minería es esencial para ambos objetivos. Es un sector un poco denostado, y es bueno que se sepa que nos encontramos en un punto clave de su historia: por un lado, estos objetivos requieren un aumento en la extracción de productos minerales, mientras que, por otro lado, la sociedad demanda operaciones cada vez más responsables”, avanza.
Minería, progreso y sostenibilidad
El sector minero está mejorando sus criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), no solo por motivos reputacionales, sino como parte de su estrategia a largo plazo. Los profesionales se esfuerzan por cumplir con sus compromisos, que abarcan aspectos como la gestión responsable del agua, la integración de las comunidades locales y la restauración de las zonas explotadas tras el cierre de las minas. También se han establecido planes de transición energética, que incluyen la reducción de la huella de carbono, la implementación de vehículos eléctricos y la instalación de plantas de energías renovables.
Aunque la innovación minera no acapara titulares debido a que no comercializa directamente productos de consumo masivo, sí que contribuye de manera significativa al crecimiento económico y a la evolución tecnológica. Garantizar un suministro asequible de productos mineros será fundamental para el avance sostenible en todos los sectores. Sin embargo, Pedrouzo recuerda que, la consultora McKinsey, en su informe The net-zero materials transition: Implications for global supply chains, prevé una escasez de algunos materiales críticos de forma inminente, en 2030. Teniendo en cuenta que, aproximadamente el tiempo medio para que una nueva mina entre en operación ronda los 15 años, el margen de maniobra es escaso: “Los analistas consideran que la falta de oferta pondrá en peligro el cumplimiento de los objetivos globales de descarbonización”.
El mayor desafío para las empresas mineras al implementar tecnologías sostenibles es la alta inversión inicial, dado que la actividad genera rendimientos a largo plazo.
El sector asegurador: un aliado estratégico
La actividad minera tiene matices complejos: es esencial para la economía mundial, pero requiere de grandes inversiones iniciales que se amortizan a largo plazo. Además, está expuesta a riesgos de diversa índole que pueden cesar la producción de un día para otro. “Podemos hablar de peculiaridad en la suscripción de riesgos mineros. Y no todas las compañías de seguros y reaseguros están dispuestas a asumirlos”, indica Pedrouzo.
Debido a estos altos riesgos, las aseguradoras especializadas tienen que aplicar criterios estrictos y específicos. Para ello utilizan un enfoque muy detallado y técnico con el que evaluan los riesgos de una operación minera, que abarca distintas áreas, fases y enfoques. “Además de asegurar la mina y la planta de tratamiento, es necesario tener en cuenta una serie de activos adicionales de alta exposición. Los grandes grupos mineros pueden incluir instalaciones portuarias, líneas de transmisión de multitud de kilómetros, instalaciones de generación eléctrica, mineroductos, plantas de desalinización… Hablamos de instalaciones de un tamaño enorme, equipos muy grandes y, en muchas ocasiones, con ubicaciones remotas y no fácilmente accesibles”, expone nuestra compañera.
Uno de los principales retos para el sector en términos de aseguramiento es la cobertura de las partes más expuestas de la actividad, como los sistemas de depósitos de relaves (deshechos que quedan tras el proceso minero) y los yacimientos subterráneos. Los siniestros en estas áreas han sido históricamente graves, por lo que no es posible asegurar estos riesgos hasta el límite máximo de la póliza. “En estos casos es necesario establecer un sublímite, ya que no hay capacidad en el mercado para cubrir estos riesgos de manera total”, añade.
Esta compleja condición hizo que, hace más de diez años, se creara una asociación internacional que pone en contacto a suscriptores, a asegurados de la minería y a brókeres. Es el caso de MIRA (Mining Insurance & Risk Association) que se creó para compartir conocimientos técnicos, hacer formación, networking y generar grupos de trabajo que aporten valor a la relación entre sectores. “MAPFRE Global Risks está actualmente participando en una de ellas para crear clausulados específicos para la industria minera”, afirma Pedrouzo.
¿Qué pueden hacer para mejorar sus coberturas?
Ante el reto de afrontar un escenario complejo, con una producción que podría no satisfacer la demanda global y grandes peligros que asumir, las empresas mineras cuentan con el bastón del sector asegurador. Para que la sinergia entre ambas fuerzas sea positiva y compensatoria, Ana Pedrouzo considera clave que se potencie la profesionalización de la gerencia de riesgos. Para nuestra compañera, esto implica desarrollar una estrategia clara, en la que se decida qué riesgos se quieren retener y cuáles transferir, especialmente en las operaciones más grandes: “Si el asegurado es el primero en confiar en su riesgo, será mejor visto por el mercado”.
Un aspecto muy positivo de los asegurados es que suelen facilitar “información de calidad y detallada, con submissions muy completas que incluyen detalles sobre las sumas aseguradas, cálculos de participación de beneficios (PB) e informes de ingeniería redactados por empresas especializadas, lo que ayuda especialmente en las fases del mercado duro”. Esta continua colaboración entre la industria minera y la aseguradora hace que se generen relaciones a largo plazo, de cuyos vínculos sólidos se obtienen mejores resultados en las renovaciones.
Un futuro prometedor y desafiante
En el ámbito de la gestión de riesgos, existen dos tendencias que están tomando fuerza: los ciberriesgos y los seguros paramétricos: “La minería se está digitalizando cada vez más. Las empresas están innovando en operaciones a muchos kilómetros de distancia y con vehículos autónomos”. Esto añade a la protección de datos e información delicada la exposición de la propia actividad a hackeos y ataques de ciberdelincuentes. Pedrouzo también señala que las coberturas paramétricas se están empezando a hacer habituales, especialmente en lo que respecta a la exposición a catástrofes naturales. El motivo es que permiten “un ajuste directo y rápido de la reclamación una vez que se activa la cobertura” y que se utilizan para complementar los programas de daños tradicionales.
En el sector asegurador, la suscripción basada en criterios ESG se está consolidando como un aspecto central del proceso, reflejando el compromiso hacia una minería más sostenible: “No aseguramos a empresas que no obtengan una calificación ESG adecuada”. Las compañías de seguros y reaseguro están implementando políticas para limitar el apoyo al carbón térmico y solicitar un plan de transición. De acuerdo con las declaraciones de Pedrouzo, estas tendencias reflejan cómo el sector minero está evolucionando hacia una actividad más innovadora, responsable y preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
Ha colaborado en este artículo…
Ana Pedrouzo tiene una doble licenciatura en Derecho y Administración de Empresas por la Universidad Pontificia Comillas y un Máster en Dirección Aseguradora por la Universidad Pontificia de Salamanca y ICEA. Se incorporó a MAPFRE en 2004 y ha formado parte del equipo de Suscripción de Daños desde el inicio de su carrera, siempre tratando con negocios industriales como el acero y el aluminio. En 2013 comenzó a trabajar en la suscripción de la industria minera.
En abril de 2021, Ana fue nombrada Suscriptora Experta en Minería y Siderurgia en MAPFRE Global Risks, donde se ha convertido en la referente para la suscripción de clientes del sector Minero y Siderúrgico. Ana es miembro de MIRA (Mining Insurance & Risk Association) en representación de la compañía.