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La Inteligencia Artificial como valor corporativo

El tejido empresarial de todo ámbito está expuesto a una transformación tecnológica ineludible que, si no es bien asimilada, puede suponer una funesta pérdida de competitividad en el mercado. Algunas de las innovaciones más prometedoras y complejas emanarán de la IA.

En las XXIX Jornadas Internacionales Global Risks de MAPFRE tuvimos la oportunidad de abordar esta transformación aplicada a la gestión de riesgos, donde quedó claro que la Inteligencia Artificial es mucho más que una tecnología emergente o una moda pasajera: se trata de un cambio de paradigma global. Para analizar su implementación en los negocios de una manera integral, hablamos con Néstor Guerra, reconocido consultor en tecnología e innovación corporativa.

La IA no es una herramienta de único uso, aunque el conocimiento popular sobre ella simplifique sus aplicaciones en el imaginario colectivo. “La gente ahora mismo llama IA a algo muy concreto dentro de esta tecnología, que son los enormes modelos de lenguaje. Estos están dentro del campo del procesamiento de lenguaje natural, que es una disciplina que trabaja fundamentalmente con máquinas de aprendizaje automático”, explica el experto. Pero, al margen de estos chats basados en modelos probabilísticos —que toma decisiones a partir de un conjunto de datos o información previamente adquirida—, existe un potencial aún sin determinar.

Razonamiento y solución

Las direcciones corporativas que apuestan por la innovación como motor de avance y competitividad se están fijando en las distintas oportunidades que ofrece la Inteligencia Artificial al margen de los lenguajes generados. “La tecnología es capaz de razonar, o simular el razonamiento humano, y en las empresas hay muchas tareas que requieren esta lógica. Ahí es donde surgen las oportunidades”, asegura Guerra.

  • Eficiencia operativa. La IA puede automatizar procesos repetitivos, afrontando tareas que optimicen la fuerza laboral de una empresa, mejorando la eficiencia de forma significativa, reduciendo costes y liberando de actividades poco gratificantes a mucho personal. Estas labores serían llevadas a cabo por agentes generativos, máquinas capaces de realizar acciones complejas y especificas de un puesto o sector.
  • Motores de innovación. Los modelos de lenguaje, susceptibles de recibir la información que decida el usuario, pueden identificar problemas o necesidades de un cliente mediante el análisis de datos, e incluso convertirse en un motor de creación —ideando posibles productos o servicios o construyendo un brainstorming que sirva como punto de partida—.
  • Experiencia de cliente. Tanto a nivel B2C como B2B, las empresas pueden incluir en sus mecanismos internos de conectividad con proveedores o clientes y, en distintas fases del negocio, la interacción de una IA. Muchas compañías la utilizan también para crear campañas publicitarias o determinar la fórmula idónea en el lanzamiento de un producto estratégico.
  • Análisis de datos. La tecnología puede asimilar gran cantidad de información y poder encontrar correlación entre los datos para tomar decisiones intencionales a una velocidad sobrehumana. Estas pueden incluir análisis DAFO, herramientas de priorización e incluso árboles de decisión.
  • Cultura y talento. A las empresas les interesa cómo las personas pueden adoptar este tipo de tecnologías, así como las competencias y habilidades necesarias para integrarlas en su actividad rutinaria. Esta coyuntura crea dos tendencias: trabajadores que utilizan de forma individual la IA porque mejora sus competencias, y directivas que la integran en su filosofía de empresa para añadir valor a la firma.

Desafíos colectivos

Durante las Jornadas Internacionales Global Risks de MAPFRE, y como ratifica Néstor Guerra en esta entrevista, se habló del sector asegurador como punta de lanza de la innovación tecnológica, al ser “un mercado muy atomizado, en continua ebullición y que ofrece servicios enormemente demandados, por lo que asimila los cambios muy rápidamente”.

Los retos que afrontan las aseguradoras son compartidos con el resto de corporaciones de otros ámbitos:

  • Regulación. La normativa actual no es nada clara y la regulación va cambiando en paralelo a las líneas de innovación y actuación que surgen de la IA. Guerra asegura que, como otras tecnologías, la prevención está al alcance del usuario. “Si quieres que tu sistema sea seguro y cumpla la normativa europea, contratas al proveedor que puede garantizarte los requerimientos necesarios para superar cualquier auditoría. Igual que Microsoft te permite mandar correos confidenciales o cifrados, la IA puede incluir un conjunto de términos y condiciones que garanticen la confidencialidad”, asevera.
  • Velocidad. El tiempo que se tarda en desarrollar aplicaciones adaptadas es, en la actualidad, más largo que el de innovación, por lo que la obsolescencia es casi inmediata en la especialización. “Esto supone un hándicap enorme, porque el escenario tecnológico cambia muy rápidamente y hay productos que tienen tres y cuatro versiones al año”.

Implementación efectiva

Aunque existan ciertas reticencias a la hora de aceptar el uso de inteligencias artificiales dentro de una empresa, lo cierto es que los agentes generativos no tienen vocación sustitutiva, sino complementaria. La IA “no implica necesariamente reducción del personal, sino el avance que promueve dar más y mejor servicio con los mismos efectivos”, asegura Guerra. Además, el nivel de dependencia de esta tecnología es reseñable, por lo que aún requiere de supervisión humana.

Para que su integración en una empresa sea efectiva, el experto recomienda tres premisas en su desarrollo corporativo:

  • Divulgación. La sobreinformación sobre la IA hace que los prejuicios sean considerables y muchas veces infundados. Contar con expertos en la materia que expliquen a los trabajadores en qué consiste exactamente la tecnología y en qué nos puede ayudar es un punto de partida excelente para su desarrollo.
  • Formación. Democratizar su uso y hacer partícipe a todos los estamentos posibles de la capacidad de acción de la IA es una palanca de integración fundamental en cualquier empresa o institución.
  • Implementación paulatina. Es recomendable comenzar a establecer objetivos concretos, en pequeños proyectos —en plazo y cobertura— fáciles de asimilar y de corto recorrido, para afianzar las habilidades del personal y mejorar su confianza en la tecnología.

Aunque el mundo no cambie a grandes rasgos, como auguraban las películas de ciencia ficción, los dispositivos más básicos —desde una impresora hasta un móvil— serán irreconocibles en una década. Néstor Guerra nos recuerda que esta transformación es imparable. “El cambio va a ocurrir, así que la clave está en cómo nos adaptaremos a él”, concluye.

 

Ha colaborado en este artículo…

Néstor Guerra, reconocido consultor en tecnología e innovación corporativa y speaker, se ha posicionado como uno de los líderes en el ámbito de la innovación e Inteligencia Artificial en el mundo empresarial.

Con una sólida trayectoria en el diseño e implementación de programas de innovación para compañías multinacionales como Repsol, Claro, Novartis, Roche, Deloitte, Línea Directa, Endesa, Banco del Pacífico y Telefónica, tanto en España como en países de Latinoamérica, Néstor ha demostrado su capacidad para impulsar la adopción de tecnologías disruptivas y metodologías ágiles como Design Thinking, Lean Startup o Scrum.

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