América Latina y el Caribe cuentan con una de las redes eléctricas más limpias del mundo, gracias a su abundante energía hidroeléctrica y una presencia creciente de generación eólica y solar. La región está escribiendo un futuro energético más verde, que contribuya a su desarrollo mediante la diversificación de fuentes y costos más bajos a través de mecanismos como subastas y la atracción de nuevas inversiones.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) ha dibujado un escenario transformador para América Latina y el Caribe, que permitirá a la región cumplir los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París para reducir la temperatura global mediante el cambio hacia matrices energéticas más limpias y la eficiencia energética.
El Plan de Acción Regional para la Implementación de la Nueva Agenda Urbana en América Latina y el Caribe (Regional Action Plan for Latin America), elaborado por este organismo, destaca que alberga algunos de los mercados de energía renovable más dinámicos del mundo, con más de una cuarta parte de la energía primaria proveniente de renovables, el doble del promedio mundial.
Las obligaciones en cuanto a la descarbonización y la preocupación por la seguridad energética, en un contexto de caída de los costes de las renovables, están jugando un papel decisivo en la apuesta por estas tecnologías. Además, existe una conciencia cada vez mayor de que este mercado contribuye a la creación de empleo y al desarrollo local.
Por un futuro más verde
En los últimos años, el sector ha registrado una tasa de crecimiento robusta. Según datos de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), América Latina y Caribe poseen un 25% de renovables en la composición de su matriz primaria de energía. Un 59% de la generación de electricidad proviene de fuentes renovables y su ambición es alcanzar el 70% antes del 2030.
La demanda en aumento y un crecimiento más que notable en la capacidad de generación, junto al dominio de las energías eólica y solar para satisfacer esa necesidad, son tres de los factores que transformarán el sector durante las próximas tres décadas, de acuerdo al último New Energy Outlook 2020 (NEO 2020) de Bloomberg, que prevé que, a mediados de siglo la capacidad instalada total de la región se duplique a más de 1TW y la generación sin carbono alcance el 82%.
La región está escribiendo un futuro energético más verde con las siguientes tendencias:
- Diversificación de fuentes
Hoy en día, la energía hidroeléctrica es fundamental para satisfacer las necesidades energéticas de América Latina. En la región, existen mercados con recursos geotérmicos prometedores y otros, como Brasil, son pioneros en bioenergía. Los esfuerzos se dirigen hacia la diversificación de los sistemas eléctricos y se está trabajando para crear entornos normativos más propicios para su avance. En este contexto, las subastas de energía en Argentina, Brasil, México, Chile y Perú han acelerado el despliegue de miles de megavatios de energía eólica y solar en la región. Otro reto es el hidrógeno verde, que se está posicionando como una energía limpia en auge también en Latinoamérica. Un ejemplo es Chile que, en noviembre de 2020, publicó la “Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde”. Colombia también trabaja con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para definir la ruta que le permita incluir el hidrógeno en su matriz de energías limpias.
- Inversiones favorables
En los últimos años, el mercado latinoamericano está registrando un notable aumento impulsando la evolución del mix energético de la región hacia una matriz más limpia. Con datos de IRENA, entre 2010 y 2015, la inversión total en generación de energía renovable en la región alcanzó cerca de USD 120 mil millones. El impulso del capital local, la contribución de los bancos de desarrollo y la distribución de los riesgos entre el sector público y el privado serán cruciales en la financiación de proyectos. Según el último New Energy Outlook 2020 (NEO 2020) de Bloomberg, el auge de las energías renovables también supone que dominarán la inversión en las próximas tres décadas, sobre todo en eólica y solar. Su pronóstico apunta que las renovables y su almacenamiento coparán el 80% del total de inversiones en nueva capacidad de energía en América Latina hasta 2050, es decir, alrededor de $459 mil millones.
- Reducción de costos
Otro factor que está favoreciendo el desarrollo de renovables es la reducción de costos, lo que les está permitiendo “competir” con la generación de energía convencional en un número creciente de países latinoamericanos. Como revela el informe sobre “Evolución futura de costos de las energías renovables y almacenamiento en América Latina” del BID, las subastas de energía están jugando un importante papel en la reducción de costes de eólica y solar en la región. Detrás de la caída de los costes de la transición energética, también se coloca el progreso técnico, que se ha puesto al servicio de la industria facilitando y automatizando procesos. Además, el sector se está volcando en la digitalización y herramientas de IoT, en combinación con la inteligencia artificial.
- Almacenamiento y gestión de la energía
Más allá de la generación de energías limpias, otros retos son su almacenamiento y el desarrollo de soluciones que faciliten su gestión y aprovechamiento al máximo. El BID apunta en el informe anterior que las políticas y oportunidades en materia de almacenamiento todavía son incipientes en América Latina y es necesario, por tanto, impulsar su desarrollo para lograr un sistema energético gestionable. En la medida en que la región siga invirtiendo en alternativas limpias para impulsar su recuperación y su futuro, será una pieza clave para la ampliación de esta nueva red verde.
- Transición energética y COVID
La Agencia Internacional de Energía (IEA) en su ‘Global Energy Review 2020’ advierte del impacto de la COVID-19 en el sector y la caída en la demanda de fuentes tradicionales, como el petróleo y el carbón; mientras que las energías renovables registraron una tendencia al alza por el aumento de la capacidad instalada. Para reactivar la economía, como consecuencia de la emergencia sanitaria, los esfuerzos en transición energética son más que necesarios, por el aporte de las renovables y la eficiencia energética a la creación de empleo, el incremento en la utilización de recursos naturales propios y la reducción en el uso de combustibles fósiles. La mayoría de los países de América Latina y el Caribe están planificando acciones post–COVID 19 focalizadas en la “descarbonización” de su sector energético, como confirma la tercera edición del Barómetro de la Energía de América Latina y el Caribe de OLADE.