El cumplimiento normativo se ha convertido en un elemento esencial de cualquier estrategia empresarial, pero particularmente para las entidades financieras. Analizamos la evolución legislativa y los compromisos sostenibles a los que está sujeto en la actualidad.
Para abordar este nuevo escenario normativo, así como los desafíos y oportunidades que brinda a las empresas, contamos con Sonia Lecina, que asumió el pasado 1 de enero la Dirección de Regulación y Gobernanza de ÁREA XXI. “El cumplimiento -o Compliance- ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, propiciado por la globalización, el aumento de empresas internacionalizadas y la creciente complejidad de la regulación”, asegura. En el caso de España en particular, la reforma legislativa penal de 2010 supuso un hito trascendental, ya que incluía la posibilidad de imputar a las personas jurídicas.
De ser un área casi simbólica, el Compliance pasó a ser esencial para evitar sanciones y responsabilidades empresariales. Aplicado a las aseguradoras y reaseguradoras, es una función trascendental desde la entrada en vigor de la normativa europea de Solvencia II en 2016, como condición necesaria para ejercer su actividad. Aunque nació como un mecanismo reactivo, con la finalidad de evitar multas o sanciones, está evolucionando hacia un enfoque más proactivo, integrado en la filosofía de cualquier organización. “El cumplimiento no debe ceñirse a evitar sanciones legales, sino que debe convertirse en un elemento de la estrategia empresarial”, subraya Lecina.
Compliance y sostenibilidad
Los compromisos ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) han hecho que, además de las leyes externas que afectan a cualquier sector, existan regulaciones internas alineadas con los valores y la estrategia de cada entidad. En esta meta de sostenibilidad y responsabilidad social, las empresas reflejan sus compromisos y valores: “Es una forma efectiva de reforzar la confianza de los empleados y colaboradores que permite integrar el cumplimiento de forma más coherente dentro del modelo de negocio”, asevera.
La formación continua y la concienciación de los equipos es la piedra angular de un programa de cumplimiento: “Ningún empleado entenderá que tiene que aplicar constantemente controles y almacenar evidencias si no se le forma para ello. Su actividad es esencial para conseguir una seguridad razonable. Las actividades formativas fomentan una conducta de responsabilidad que hace que vean al área Compliance y a las auditorías internas como aliados, y no como enemigos”, explica la experta, que recuerda que “una gestión de cumplimiento exitosa exige cultura, implicación de las personas, análisis previo, inversión en recursos de todo tipo y mucha colaboración interdepartamental”.
La compleja legislativa global
En un entorno de globalización y transformación digital, se ha hecho más compleja la adopción de las regulaciones locales e internacionales: “En el sector financiero europeo, como en el mercado de seguros, las empresas con presencia en varios países encuentran legislaciones europeas armonizadas pero cuya transposición no siempre es igual, generando fricciones normativas. Además, las prácticas supervisoras de las autoridades no son convergentes”, expone Lecina. En esa gestión de un cumplimiento global el uso de la tecnología y el control automatizado es imprescindible.
Este contexto obliga a las entidades a ser más diligentes, y a realizar planificaciones con meses de antelación, ya que los riesgos asociados al cumplimiento son cada vez mayores. Si la entidad opera a gran escala y en varios territorios, Sonia Lecina considera necesario crear estructuras supranacionales cuyos equipos tengan autoridad local e independencia en cada región, y dependencia funcional con el área Compliance de la matriz del grupo: “En el sector financiero existe una hiper regulación que afecta a la protección de datos de los clientes, la sostenibilidad, la prevención de blanqueo de capitales… todos ellos tienen implicaciones legales importantes”, y prosigue: “Las empresas, tradicionalmente, solían medir el riesgo legal atendiendo al importe de las sanciones. Ahora, los riesgos éticos y reputacionales cobran protagonismo, y la publicación de una amonestación pública tiene mayor repercusión. La ética empresarial es clave en una era en el que los clientes y los proveedores exigen transparencia en las actividades y confianza”.
Nuevas vulnerabilidades, grandes desafíos
La ciberseguridad, el impacto ambiental, los criterios ASG… cada vez son más las normativas, nacionales e internacionales, que mantienen a los profesionales del cumplimiento en alerta. “Queda mucho por avanzar, no son legislaciones fáciles. La ciberseguridad es un problema mundial, y el sector financiero es uno de los más vulnerables. Los bancos y aseguradoras de nuestro país lo están sufriendo. Todos están expuestos y hay que ser consciente de que ser una aseguradora pequeña no te exime de un ataque. Como cualquier riesgo, solo podemos mitigarlo con antelación, con inversión en tecnología y gobernanza”, avanza Lecina.
Estas mismas normativas también sirven de guía para implantar controles más adecuados y vigilar que no existan cabos sueltos que faciliten la entrada a los delincuentes. Los compromisos ASG se están integrando con éxito en los planes de negocio, con inversiones más sostenibles y el cuidado de los empleados. Sin embargo, los retos que se afrontan desde las áreas Compliance son, al margen de la revolución normativa, determinantes. Para Lecina, el primer reto es obtener más respaldo directivo. Considera que falta convencimiento sobre las bondades del cumplimiento y su reflejo en el crecimiento corporativo: “No se suele utilizar como herramienta en los procesos de toma de decisiones estratégicas ni de negocio, y no debería ser visto como un coste, sino como una inversión”. El segundo gran reto es buscar aliados en las áreas de negocio, no pueden seguir siendo “ni ovejas negras ni patitos feos”: “En su momento les tocó a los auditores, y ahora su resistencia se dirige a los equipos Compliance, cuando el cumplimiento solo puede conseguirse con la colaboración de todos” concluye.
Ha colaborado en este artículo…
Sonia Lecina es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona y Máster en Dirección Pública. Docente habitual en cursos y másteres del sector, ha colaborado desde 2003, en representación de España, como asesora y experta nacional en diversos proyectos de apoyo a supervisores en Europa y Latinoamérica.
Ha sido responsable, en la DGSFP, del Departamento de Reclamaciones, del Departamento Legal e inspectora jefe de unidad en la Subdirección de Inspección y responsable de la Unidad de PBCFT. En 2018 se traslada al se traslada al SEPBLAC como inspectora jefe en labores de supervisión del sector financiero donde estuvo hasta diciembre de 2024.
El pasado 1 de enero asumió la Dirección de Regulación y Gobernanza de AREA XXI. Su objetivo en el puesto es aportar valor a los proyectos desarrollados por la firma y el desarrollo de otros nuevos que proporcionen acompañamiento legal a las empresas en materia regulatoria, de gobernanza y cumplimiento. Sonia es doctora cum laude por la Universidad Rey Juan Carlos por su tesis “La función de cumplimiento como herramienta ética, estratégica y de crecimiento sostenible de las organizaciones aseguradoras”.
