En este preciso momento, distintos puntos del planeta se encuentran en plena temporada de huracanes. Todos conocemos el término, generalmente vinculado a un descomunal e inapelable desastre, pero ¿qué categorías existen, y cuál es el verdadero peligro que conllevan?
Si la temperatura del agua del océano se sitúa por encima de los 26 grados centígrados, se produce una evaporación significativa que genera un sistema tormentoso que puede llegar a tener una constitución sólida y aumentar la velocidad del viento y el movimiento de las mareas y las olas.
Cuando esta tormenta supera los 119 kilómetros por hora, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), pasa a ser un huracán. Si el fenómeno sucede en los océanos Pacífico Oriental o Atlántico, se le denomina así, mientras que si ocurre en el Pacífico Occidental es conocido como tifón.
Son los ciclones más violentos de la Tierra, aunque no todos son igualmente destructivos, y para conocer su peligrosidad, se ha establecido una escala que los organiza en cinco categorías.
Escala Saffir-Simpson
Los huracanes se clasifican, principalmente, por la intensidad del viento que registran. En 1969 Herbert Saffir, ingeniero civil, y Robert Simpson, director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, desarrollaron la escala Saffir-Simpson, la más usada para medir los ciclones tropicales. Esta establece cinco categorías:
- Categoría 1. Viento entre 119 y 153 kilómetros por hora -más rápido que lo permitido para un coche en una autopista en España-. Puede producir daños en arbustos y árboles o inundaciones en zonas costeras. Raramente afecta a construcciones, salvo que estas sean muy endebles. Un ejemplo de este tipo fue el Newton en México y Baja California en 2016.
- Categoría 2. Viento entre 154 y 177 kilómetros por hora -tan veloz como el lanzamiento de una pelota en un partido de béisbol-. Esta clase ya puede dañar viviendas en sus partes más vulnerables, como tejados o puertas y ventanas. El más reciente de esta categoría fue el Ágata, en la costa del Pacífico de México en 2022.
- Categoría 3. Viento entre 178 y 209 kilómetros por hora -se asemeja a la velocidad de servicio de un tenista profesional-. Los edificios pequeños pueden verse afectados, las zonas costeras están más expuestas al riesgo y el agua puede adentrarse hacia el interior de las poblaciones. Sandy, el huracán que se cobró más de 200 víctimas en 2012, pertenecía a esta clase, y afectó a Cuba, Bahamas, Bermudas, Jamaica, Estados Unidos y Canadá.
- Categoría 4. Viento entre 210 y 250 kilómetros por hora -por encima de la rapidez de la montaña rusa más veloz del mundo-. Produce daños en estructuras protectoras, incluso desplomes. Los terrenos interiores pueden inundarse y erosiona tanto bancales como playas. El Huracán Earl, experimentado en el Atlántico en 2010, es uno de los más representativos de este tipo.
- Categoría 5. Viento entre 251 y 400 kilómetros por hora -tan rápido como un tren de alta velocidad o un avión-. Es el tipo más peligroso, precisando de evacuaciones, ya que puede arrancar viviendas y árboles, así como destruir tejados y algunos edificios. Es la categoría de uno de los huracanes más famosos: Katrina, que en 2005 dejó más de 1.800 víctimas mortales desde la costa de Florida a Texas, colapsando Nueva Orleans.
Recientemente algunos expertos en clima han recomendado, a través de un artículo publicado por la ‘Proceeding of the National Academy of Sciences’, modificar la escala Saffir-Simpson para incluir una sexta categoría. Esto permitiría mejorar los protocolos de alerta y de prevención de daños, reduciendo la actual categoría 5 hasta los 309 kilómetros por hora de velocidad del viento para que la 6 se iniciase desde ahí en adelante.
Entre los años 2013 y 2021 tuvieron lugar cinco tormentas que habrían entrado en esta sexta categoría: Patricia en México (348 kilómetros por hora) y cuatro tifones en el sudeste asiático con vientos por encima de los 315 kilómetros por hora.
Zonas, nombres y vigilancia
La fuerza de la naturaleza es extraordinaria, y mientras hay lugares en los que nunca se producen eventos de alta intensidad, hay otros en los que son más comunes. En el caso de los huracanes, tal y como desvela la NOAA, estos son los países que más impactos directos han acumulado desde 1970:
- China
- Filipinas
- Japón
- México
- Estados Unidos
- Australia
- Taiwán
- Vietnam
- Madagascar
- Cuba
Los ciclones tropicales se nombran, cada año, en orden alfabético, con relación a seis listas de nombres que se reutilizan cada seis años. Salvo que su efecto sea devastador: en este caso, el nombre se saca de la lista y se sustituye por uno nuevo que empiece por la misma letra.
El más destructivo de la historia fue el huracán Mitch, la peor catástrofe natural del siglo XX, que en 1998 dejó a su paso alrededor de 18.000 víctimas entre fallecidos y desaparecidos. El más poderoso del hemisferio occidental ha sido Patricia, en 2015, con ráfagas de viento de 400 km/h. Y el más intenso en vientos sostenidos y de mayor tiempo seguido, que llegó a nombrarse como el “huracán del siglo”, fue Irma, en 2017.
¿Cómo se vigilan los huracanes? La NOAA controla dos satélites GOES – Geostationary Operational Environmental Satellite- que observan estos fenómenos a más de 35.800 kilómetros de la superficie de la Tierra, para informar de su formación y evolución y mitigar su peligrosidad.