La industria acerera en América Latina lucha desde hace años por mantener su competitividad en un contexto de incertidumbres comerciales y ralentización económica de las principales economías de la región. La irrupción de la pandemia del coronavirus ha abierto otra brecha que el ramo pretende sortear con la implementación tecnológica, la apuesta por la sostenibilidad y la cooperación regional para desarrollar cadenas de valor que hagan repuntar el sector.
Antes de la crisis sanitaria desatada por el COVID-19, la industria del acero ha tratado de impulsar la productividad y el desarrollo en medio de la contracción económica, lidiando con las consecuencias de la falta de estímulo y de actualización de políticas públicas para abordar los problemas económicos de la región. Como señala Francisco J. Leal, director general de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), a fines de 2019 el desempeño del sector señaló un empeoramiento del proceso de desindustrialización, presente durante décadas en la zona, con un nuevo año de desafíos para la economía local en el horizonte. “El consumo regional de acero, que ha estado disminuyendo gradualmente desde 2014, también cayó el año pasado como resultado de la contracción económica de las principales economías latinoamericanas, además del contexto global de desaceleración, precios más bajos de los productos básicos y disputas comerciales con sus socios”, explica.
Durante los últimos siete años, América Latina y el Caribe ya habían mostrado un crecimiento muy bajo, pero con la irrupción de la pandemia, las previsiones económicas son “desalentadoras”. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronostica una caída del 5,3% este año, que, de confirmarse, supondría la peor recesión económica desde 1930, cuando la caída fue del 5%. En América Latina, uno de los efectos más inmediatos de la crisis sanitaria es la caída en la producción de acero. El descenso refleja la baja demanda generalizada y el paro de operaciones en respuesta a los impactos de la desaceleración. En una estrategia para balancear oferta y demanda, algunas plantas han detenido las operaciones de altos hornos. “Durante abril y mayo de este año ya han parado siete altos hornos a causa del COVID-19, con una capacidad combinada de casi 7 millones de toneladas. En abril, la cifra para Latinoamérica en laminados fue -2,9 Mt, un valor que no se ha registrado desde enero de 2009”, señala Francisco J. Leal.
Alta competitividad
El riesgo de una recuperación lenta significaría el posible cierre de operaciones y pérdida de empleos, vaticina Leal, que estima que esta situación se mantendrá hasta el tercer trimestre. Sobre este escenario, las importaciones siderúrgicas a precios dumping amenazan con provocar un daño mayor en la industria de América Latina, ya que según explica Leal, el excedente de China se vende a precios con los que los productores nacionales no pueden competir.
“Las empresas siderúrgicas latinoamericanas están a favor de la competencia y la apertura comercial, pero en igualdad de condiciones para todos”, comenta el director general de Alacero. La pérdida de competitividad de los últimos años se ha relacionado con el alto costo del mercado interno y la competencia desleal, de tal forma que en el último trimestre de 2019 el número de acciones antidumping aumentó de 66 a 75, siendo 50 de estas contra China.
Con todo, Francisco J. Leal valora que la siderúrgica latinoamericana es competitiva y opera de acuerdo con los estándares de gobernanza, calidad ambiental y seguridad de clase mundial. Por eso, ante esta situación, todas las economías de la región coinciden en que la única forma de generar empleos de calidad y el desarrollo que necesita es garantizar una base sólida para el sector, lo que lleva a los países a colaborar entre sí a través de tratados de libre comercio que se promueven dentro del territorio -como el Mercosur-, además de tratados individuales, como el que se está negociando entre México y Ecuador, por ejemplo. “Además de todo esto, Alacero lidera los esfuerzos para promover los valores de integración y creación de redes, reuniendo a grandes empresas asociadas, como Arcelor Mittal, Ternium y Gerdau, entre otros grandes nombres de Latinoamérica”, asegura.
A largo plazo, la crisis sanitaria puede derivar en beneficios como la aceleración del uso a gran escala de las tecnologías 4.0 y la descarbonización, además de una construcción de acero sostenible, más rápida y segura, a ejemplo de los hospitales de campaña construidos en un tiempo récord. “El acero participa en una enorme cantidad de cadenas de valor que son indispensables, como el transporte, el abastecimiento de oxígeno, la seguridad nacional de los países, la infraestructura, almacenamiento de alimentos y productos desinfectantes, línea blanca y otras tantas que hoy son esenciales ante esta crisis”, enumera Leal, que ve la oportunidad de salir de ella como un sector más ágil, rentable y sostenible, y con mejores protocolos de seguridad para los trabajadores. “Forma parte de la solución y contribuye responsablemente al cuidado del medioambiente, y al desarrollo social y económico de las comunidades donde opera”, asegura.
A largo plazo, la crisis del COVID-19 puede generar beneficios, como la aceleración del uso a gran escala de las tecnologías 4.0 y la descarbonización
No obstante, este ramo es uno de los pilares de la economía latinoamericana, ya que proporciona la base de muchas otras áreas clave para el futuro de la sociedad, como la construcción, la energía y la infraestructura. “En América Latina, la industria del acero es indispensable y su importancia diferenciada se puede ver a la luz de su influencia sobre otras actividades”, reconoce el dirigente de Alacero. Su impacto se refleja en los números de las tres principales economías de la región (Brasil, México y Argentina), cuya manufactura representa el 13% del PIB, una participación muy significativa en comparación con el promedio ponderado más reciente del 12% establecido por el Banco Mundial.
Innovación para prosperar
Para desarrollar aún más el sector en América Latina las compañías están volcándose en la innovación, de modo que ya cuenta con aplicaciones prácticas de avances relacionados con la digitalización. Por ejemplo, con la implementación de algoritmos de inteligencia artificial (IA) que pueden predecir accidentes potencialmente graves en lugares específicos de operaciones, como la grúa de la acería en presencia de acero líquido. También es posible analizar imágenes capturadas por drones autónomos para controlar el estado de las estructuras en altura, detectando áreas a reparar. La labor de estos robots reduce la necesidad de que las personas realicen actividades de alto riesgo en la planta, eliminando horas de trabajo repetitivo y aumentando la productividad de los procesos.
Francisco J. Leal se congratula también de las medidas aplicadas de ahorro energético, incluidas la disminución del tamaño de la red de distribución de vapor y la reducción del consumo eléctrico. “Por sus desarrollos en el uso de la tecnología para abordar problemas relacionados con el medioambiente y la seguridad, la industria del acero ha estado sirviendo como una guía que podría inspirar a su vez más innovaciones en otras competencias”, revela, y confía en ver beneficios en el ramo gracias a la futura exploración de soluciones de realidad aumentada y robótica.
La apuesta de la industria por los avances tecnológicos es evidente si se tiene en cuenta que el 38% de las empresas acereras en la región ya utilizan soluciones de Internet de las Cosas (IoT) en sistemas de medioambiente y que el 56% integra diferentes técnicas para abordar los desafíos relacionados con el ecosistema y la seguridad, según una encuesta realizada por el Comité de Tecnología y Control Ambiental (Cotec) de Alacero con las principales compañías de México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y República Dominicana. El Cloud Computing también es usado por el 40% de las empresas siderúrgicas, y las tecnologías de ciberseguridad son aplicadas por el 25%. Para tratar los problemas asociados con los biosistemas y la seguridad, el 20% de ellas ya utilizan realidad aumentada (AR) y un 25% el Big Data/Analytics.
“El progreso resultante de la aplicación de innovaciones tecnológicas ha permitido horizontes más sostenibles para el futuro de la industria y la sociedad”, menciona Leal, que pone de referencia a la Agencia Internacional de Energía (AIE), que ha estado trabajando durante más de 40 años para ayudar al sector a definir un futuro energético seguro, ha abierto sus puertas a los principales países emergentes en 2015 y coopera con asociaciones para definir el mapa tecnológico para una industria acerera más sustentable.
Evolución de la producción latinoamericana de acero crudo
América Latina: sectores usuarios de acero en 2018
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Francisco J. Leal cuenta con más de 25 años de experiencia en procesos y ventas de acero. Es el director general de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) desde 2018. Anteriormente ha desarrollado diversos puestos de responsabilidad en compañías como Vitromex, Walmi Transforma, Grupo IMSA y Ternium.
Leal es ingeniero químico, por la Universidad Autónoma de Coahuila, con un máster en administración de empresas, especializado en gestión de la cadena de suministro, por el Tecnológico de Monterrey. También está certificado en finanzas por el ITESM, pensamiento estratégico y visión de negocios, por Harvard-IPADE, Supply Chain Management y CPIM, por APICS, pensamiento sistémico y cuentas clave, por la Universidad de San Diego, lobbying y relaciones institucionales, por EGAP-ITESM.