¿Es viable cultivar algas en zonas desérticas? Esta es la iniciativa reconocida por la ONU y la Organización Marítima Internacional, cuyo objetivo es producir biocombustible para impulsar una prometedora alternativa a la minería extractiva y los combustibles fósiles.
El lugar idóneo para desplegar el cultivo de algas que defiende el proyecto Seah4 se ha encontrado en el continente africano, tal y como nos cuenta su cofundador, Johannes Bochdalofsky. Con esta iniciativa se abre la puerta a una opción sostenible e innovadora de independencia energética en la región. “Esta iniciativa surgió al ver un puerto asfixiado por una floración de algas, al mismo tiempo que Sudáfrica luchaba por importar suficiente petróleo”, explica el experto.
El propósito inicial de este despliegue tenía un triple objetivo:
- Capacitar a la región para que se una a la lucha global contra el cambio climático, teniendo en cuenta sus severas limitaciones económicas.
- Facilitar a África ser más independiente de las cadenas de suministro mundiales y reducir el impacto perjudicial del comercio de productos básicos en moneda extranjera.
- Generar oportunidades económicas a escala local en áreas que no cuentan con la infraestructura suficiente para atraer otras industrias.
Un alga común como punto de partida
Para llevar a cabo este proyecto, con vocación de no limitarse geográficamente a su lugar de emprendimiento, se ha escogido un género de alga común: Ulva Lactuca, conocida también como lechuga de mar, especie autóctona en la mayoría de las costas del planeta, lo que permite un cultivo no invasor o exótico, sin impacto negativo en el entorno natural por su crecimiento o bioconversión.
“Estas algas se cultivan en los llamados estanques de canalización o estanques de ruedas de paletas, que pueden ubicarse a lo largo del litoral del desierto sin ocupar hábitats importantes o tierras de labranza”, expone Bochdalofsky.
Su conversión a biogás se hace a partir de la digestión anaeróbica de los microorganismos, que después se divide en metano (CH4) y CO2 biogénico. “El primero está listo para funcionar como combustible, y el segundo se sintetiza con hidrógeno verde en E-Metanol”, añade el fundador de Seah4, cuyo compuesto bajo en carbono puede utilizarse como combustible (especialmente marítimo o en procesos industriales).
Grandes aplicaciones y grandes desafíos
Los usos que se pueden hacer del producto obtenido a partir de estas algas son múltiples y de gran relevancia en el desarrollo económico de cualquier región:
- Gas Natural Comprimido (GNC), que puede ser utilizado por remolcadores y otros buques que operen nearshore.
- Biometano Licuado (LBM), sustituto viable del Gas Natural Licuado (GNL).
- E-Metanol, combustible muy demandado debido a sus características compatibles con infraestructuras vigentes y su gran potencial descarbonizante.
Aunque las expectativas de éxito son rotundas por parte de los expertos, también existen retos considerables vinculados con la etapa temprana de desarrollo en la que se encuentra, así como el esfuerzo de inversión que requiere su afianzamiento en el sector. “Se trata de una solución basada en una tecnología que acaba de ser creada y nuestro mayor hándicap, con diferencia, es la financiación que necesitamos en esta etapa. Hasta ahora la iniciativa ha sido financiada por el propio equipo de investigación, lo que sin duda ralentiza el proceso”, advierte Bochdalogsky, que reconoce que con los apoyos recientes han conseguido iniciar la construcción de una gran instalación para hacer pruebas de campo, e impulsar un proyecto piloto.
Ventajas frente a otras fuentes de energía
El uso de fuentes naturales con procedimiento no invasivo para la generación de combustible se está generalizando en el planeta, y las algas pueden jugar un papel destacado en este mercado de gran potencial económico con impacto positivo en el bienestar ciudadano. Además de tener la capacidad de generar empleo y atraer talento a zonas que no cuentan con industrias sostenibles sobre las que crecer, podrían cultivarse en las infraestructuras vigentes destinadas a negocios fósiles obsoletos. “Nuestras instalaciones pueden actuar como punta de lanza en zonas con tasas de desempleo muy alto, proporcionando energía y materias primas de reserva para las pymes de su entorno. Además, su estructura requerirá proveedores de servicios a terceros para el funcionamiento diario”, aseguran desde Seah4.
Los beneficios medioambientales y sociales que aportarían las algas marinas como combustible frente a la exigente transición energética a la que se enfrenta el mundo son también muy positivos:
- Las instalaciones de cultivo neutralizan casi 90 toneladas de CO2 por hectárea al sustituir combustibles fósiles.
- Genera oportunidades de empleo a gran escala en comunidades pesqueras marginadas, donde la caza furtiva de recursos marinos se ha convertido en la única fuente de ingresos, lo que reduce la presión sobre las poblaciones ciertas especies marinas.
- Las algas consumen CO2 disuelto en el océano, reduciendo localmente la acidificación de sus aguas con impactos positivos sobre calcificantes como el coral, los mejillones o las langostas.
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Johannes Bochdalofsky es ingeniero y ha centrado sus esfuerzos en sacar adelante la startup Seah4 durante los últimos cuatro años. Antes, trabajó como gerente de proyectos en el ámbito energético, marítimo, de salvamento y construcción naval.
Seah 4 es una empresa referente en la búsqueda de una alternativa a los combustibles fósiles con cero emisiones netas de CO2, lista para el consumidor y que no requiere de grandes inversiones en infraestructura y transporte.