En el año 1988 la Revista Gerencia de Riesgos publicó el artículo de José Luis Ibáñez1, en ese momento, director de RELECMAP, entidad de MAPFRE que ofrecía servicios de peritaje. El artículo titulado ‘Salvamento y recuperación: una alternativa al siniestro’ ya rezaba:
“En los primeros años de la década de los setenta, en varios países centroeuropeos se constataron unos daños en equipos informáticos y de comunicación que, hasta aquel entonces, no se habían tomado en especial consideración. (…) Dicha contaminación acarreaba nefastas consecuencias para los mismos, lo que se traducía al cabo de un tiempo en la conversión en un montón de chatarra de lo que antes fueran equipos plenamente operativos. Como consecuencia de la observación de estos hechos, diversos institutos de investigación y organismos oficiales, así como empresas fabricantes del sector y compañías aseguradoras, aunaron sus esfuerzos para tratar de reducir al máximo estos daños”.
Diez años después de dicha publicación, en el mercado español ya había varias empresas dedicadas a estas actividades, entre ellas, una recién nacida BMS Technologies. Entre sus servicios ofrecían la recuperación de bienes afectados severamente por siniestros de agua o fuego, principalmente, pero también por agentes como extintores, contaminación o suciedad. Para ello, emplean sistemas, procedimientos y herramientas que disminuyen los potenciales daños generados en los bienes afectados y en los no afectados, aparentemente.
“Cuanto más ágil sea la coordinación, mayor beneficio se obtendrá en dicha recuperación”
En el sector de los riesgos globales, los siniestros se producen en la misma proporción, por lo que la recuperación de los bienes dañados es fundamental, no solo para la aseguradora, sino también para el cliente. Este es el caso de compañías tecnológicas, de servicios informáticos o almacenaje de información, entre otros, como ya mencionaba Ibáñez. Cuanto más ágil sea la coordinación con los gabinetes periciales, pues son quienes dan el aviso en la mayoría de los casos (aunque también pueden ser las compañías de seguros y brokers), mayor beneficio se obtendrá en dicha recuperación.
Este año 2023 y con motivo de la celebración de su 25 aniversario, BMS organizó un encuentro con expertos de todos los ámbitos: aseguradoras, brokers, recuperación de siniestros… Entre ellos estuvo José Carlos Nájera, Chief Claims Officer en MAPFRE Global Risks y como moderador, Juan Carlos López Porcel, presidente de AGERS, quien lanzaba preguntas para dinamizar el coloquio.
La conversación entre el pasado y el presente
Aprovechando las posibilidades que nos proporciona la escritura y gracias al documento preservado por el Centro de Documentación de la Fundación MAPFRE, a continuación, va a acontecer un diálogo entre el pasado y el presente. Es decir, un coloquio ficticio entre Ibáñez y Nájera “basado en hechos reales”, puesto que, tanto las preguntas del moderador como las respuestas de Nájera son extraídas literalmente del evento de BMS y las respuestas de Ibáñez son fragmentos literales del mencionado artículo. De este modo podremos observar la evolución (o no) en estos casi 30 años de diferencia.
López Porcel inició la conversación queriendo establecer las diferencias entre el salvamento y la recuperación:
José Luis Ibáñez, 1988: “Una vez conocido el origen del siniestro y los equipos afectados, la toma de medidas inmediatas de cara a una posterior recuperación es una acción prioritaria que debe acometerse sin tardanza; esta serie de medidas urgentes es lo que se denomina «salvamento» y cuyo fin no es otro que evitar un progresivo deterioro y un avance de la corrosión para seguidamente proceder a la «recuperación». (…) Una vez tomadas las medidas de salvamento y conseguido el acuerdo y el compromiso de colaboración entre las partes implicadas, (peritos, técnicos del seguro, usuario, fabricante y empresa de recuperación), puede llevarse a cabo la recuperación o saneamiento; es decir, la serie de medidas conducentes a la eliminación total y definitiva de toda partícula y contaminante que dificulte o menoscabe el normal y adecuado funcionamiento presente o futuro del equipo y/o instalación, a fin de que vuelva a un estado operacional igual al que disfrutaba antes de la ocurrencia del siniestro”.
Por su parte, José Carlos Nájera, 2023 aportó: “La actividad de recuperación ha evolucionado de manera significativa en lo profesional y en lo tecnológico. Ha pasado de estar limitada a un nicho muy concreto de siniestros y de accidentes, a empezar a ser vista como una opción idónea para un espectro de casos más amplio, tanto respecto a la tipología de riesgos como de accidentes. No hay que olvidar que la función de recuperación no se ciñe únicamente a atender la susceptible reparación de los bienes dañados, sino a aminorar las pérdidas que el siniestro pueda desencadenar si no se toman determinadas medidas preventivas a tiempo”.
1988: “Estas razones hacen que la recuperación de equipos electrónicos sea, hoy en día, una realidad comúnmente aceptada”
Según vuestra experiencia, ¿en qué casos considerarías la recuperación más ventajosa frente a otras opciones? ¿Hay casos en los que consideráis que puede no ser interesante?
José Luis Ibáñez, 1988: “Desde la óptica del asegurador, el ahorro generado con la recuperación puede ser muy importante frente al coste de la reposición; sin embargo, esto no es nada en comparación con el ahorro derivado de la recuperación llevada a efecto en un siniestro cubierto por una póliza con inclusión de pérdida de beneficios. Pero, además de este efecto directo, hay una serie de razones que aconsejan la recuperación y que, de forma indirecta, suponen —cómo no— un ahorro económico. El tiempo empleado para llevar a cabo las labores de recuperación es y debe ser inferior al tiempo de suministro de un equipo nuevo. Esto es tanto más cierto cuanto mayor y más complejo es el equipo; en muchas ocasiones, además, estos equipos proceden de otros países y debe contarse entonces con las trabas y demoras arancelarias, por no citar los casos en que se trata de equipos «hechos a medida».
Por otra parte, la recuperación implica la utilización de los mismos equipos siniestrados, con el mismo sistema operativo, lo cual conduce a la no necesidad de reeducación del personal, que sería obligada si de equipos y sistemas nuevos se tratara. Otras ventajas añadidas son la detección precoz y preventiva de posibles fallos; el desmontaje de los equipos permite, en ocasiones, descubrir componentes dañados o cuya vida útil parezca próxima a su fin, indicando de este modo la conveniencia de su sustitución.
Todas estas razones hacen que la recuperación de equipos electrónicos sea, hoy en día, una realidad comúnmente aceptada en todos aquellos países en los que dicha actividad se viene desarrollando desde hace años y por todas las partes implicadas. Sin embargo, la recuperación no es siempre técnicamente posible”.
2023: “El dilema normalmente lo resuelve el asegurado: reponer en lugar de reparar”
José Carlos Nájera, 2023: “La cuestión sobre lo ventajoso de la solución debería complementarse con la cuestión de cuándo debe considerarse como la opción obligada. Como anticipaba anteriormente, creo que es adecuado distinguir entre las dos acciones: la reparadora y, por otro, la mitigadora.
En el contrato de seguro y las propias leyes que lo regulan en todo el mundo, es obligación del asegurado emplear todos los medios a su alcance con el fin aminorar las consecuencias de un siniestro. En definitiva, actuar como si no tuviese seguro. Ello implica que, tras la ocurrencia de un siniestro, deban observarse todas las opciones de mitigación posibles, enfocadas no sólo a reducir el impacto directo e inmediato de los bienes afectados, sino a evitar su extensión a todos aquellos que, sin haberse visto afectados en primera instancia, pudieran serlo con el paso del tiempo.
Más allá de esta obligación, consustancial con el espíritu del contrato de seguro, radica lo ventajoso de la opción de llevar a cabo la recuperación de bienes afectados frente a la opción de reposición o reemplazo. En los casos abrumadoramente mayoritarios de contratación actual, especialmente en seguros de empresa, con criterios de indemnización con base en el valor de reposición de los bienes al estado de nuevos, el dilema normalmente lo resuelve el asegurado: reponer en lugar de reparar, salvo que haya otras circunstancias que lo condicionen como, por ejemplo, la ventaja de acortar los plazos de recuperación del volumen de negocio y, consecuentemente, de reducir la pérdida de beneficios.
Obviamente también existen circunstancias que hacen que la recuperación sea la única opción o la más viable, como son los daños a bienes o equipos únicos, de reemplazo difícil o simplemente imposible”.
2023: “La recuperación debe ser una actividad integrada en la cadena de valor tras un siniestro”
¿Qué retos ves que deben superarse o qué aspectos deben mejorar para que la solución de recuperación tenga un papel más protagonista cuando ocurre un siniestro?
José Luis Ibáñez, 1988: “Es obligado señalar que, en un gran número de casos, en aras de una eficaz recuperación, hay que «dejar las partes en beneficio del todo», quiere esto decir que la recuperación suele ir acompañada de la situación de algunos elementos y componentes que, por causas muy diversas, no sean recuperables o se dude de su recuperación. En líneas generales, puede decirse que los límites vendrán dados por las siguientes manifestaciones:
En caso de incendio:
- Por deterioro de la instalación a consecuencia de los efectos directos de las llamas.
- Por efecto del calor excesivo, comúnmente apreciable en el caso de deformaciones en superficies y carcasas de material plástico.
- Por una concentración excesiva de agentes contaminantes como, por ejemplo, cloruros.
En caso de daños por agua:
- Por haber permanecido los aparatos conectados durante la entrada de agua; así, por ejemplo, pueden producirse deterioros electrolíticos invisibles y una severa corrosión debida a procesos electroquímicos.
- Por encontrarse la instalación sumergida en aguas profundas durante un largo periodo de tiempo”.
José Carlos Nájera, 2023: “Los costes asociados a la reposición de bienes frente a su potencial recuperación al final son asumidos por las aseguradoras, incrementando los costes siniestrales que finalmente acaban repercutiendo con mayores tasas o imposición de franquicias en las pólizas. En definitiva, un modelo inflacionario al que contribuimos asegurados, brokers y compañías, cada uno en nuestra medida.
La recuperación debe ser una actividad integrada en la cadena de valor tras un siniestro y para ello es fundamental que se interiorice, especialmente en los asegurados, que es una opción eficiente y viable. Para ello y al mismo tiempo, se debe ofrecer confort al asegurado de que es una decisión óptima y adecuada, ofreciendo accesibilidad allá donde se produzca el siniestro, inmediatez en las actuaciones y las máximas garantías y tranquilidad desde el punto de vista de especialización profesional respecto a los trabajos a ser realizados”.
1988: “La decisión sobre qué hacer debe tomarse en el plazo de algunos minutos o, a lo sumo, en horas”
¿Cómo asegurador, qué medidas crees que se podrían implementar para que se pudiese llevar a cabo la recuperación con mayor facilidad/eficiencia?
José Luis Ibáñez, 1988: “Nuestra experiencia en España, hasta la fecha, ha supuesto la participación en siniestros de muy diversa índole. En ningún caso, los costes de dichas labores han superado más del 20 por 100 del valor de los bienes objeto de recuperación. Por ello, deben considerarse el salvamento y la recuperación como unas eficaces alternativas para minorar los danos derivados de un siniestro. Más de 3.000 proyectos concluidos con éxito avalan la eficacia de estas técnicas. (…).
Un material de creciente aplicación hoy en día es el plástico, como lo prueba el hecho de que el consumo de plástico en la Europa Comunitaria aumentó entre los años 86-87 por encima del 10 por 100; siendo este crecimiento aún mayor en España.
(…) El comportamiento del PVC es tal que, (…), si no se adoptan las medidas correctoras oportunas, la oxidación-corrosión producida no se detendrá hasta la total consunción del material, debido a que se trata de reacciones en cadena.
(…) La determinación de la concentración de cloruros sobre las superficies contaminadas puede evaluarse por distintos procedimientos analíticos y, del análisis de estos resultados, puede llegarse a conclusiones aproximadas sobre la viabilidad de un saneamiento. No obstante, con frecuencia, por no decir en la totalidad de los casos, la decisión sobre qué hacer debe tomarse en el plazo de algunos minutos o, a lo sumo, en horas, por lo que operativamente resulta inviable esperar los resultados del laboratorio. Es solamente la experiencia, apoyada en medios de inmediata evaluación de contaminantes, la que determinará la conveniencia de la recuperación y los pasos a seguir”2
2023: La eficiencia de esta actividad está esencialmente basada en la inmediatez
José Carlos Nájera, 2023: “Como asegurador se me ocurre una, seguramente poco popular. Retomando el mencionado espíritu del contrato de seguro donde se establece que “El seguro no puede ser objeto de enriquecimiento injusto para el asegurado” y, por tanto, que “para la determinación del daño debe atenderse al valor del interés asegurado en el momento inmediatamente anterior a la realización del siniestro”. Una medida para hacer que la recuperación pasase a ser la primera opción sería eliminar de las pólizas el criterio de indemnización en base al valor a nuevo de los bienes siniestrados.
En la práctica, e hilando con la pregunta anterior, obviamente la opción pasa por convencer al asegurado de los beneficios de esta opción en la mencionada cadena de valor como ahorro de costes y, para ello, debe trabajarse en cuestiones como la inmediatez de las actuaciones (suelen ser actuaciones de carácter urgente) y la disponibilidad de los profesionales adecuados —especializados y sobre el terreno de forma accesible e inmediata— y, fundamental, la garantía de los trabajos realizados para eliminar incertidumbres”.
¿Cómo crees que se podrían agilizar las tomas de decisiones para que este servicio fuese aún más eficiente?
José Carlos Nájera, 2023: “Creo que esta cuestión ya está implícitamente respondida en las anteriores [José Luis Ibáñez asentaría con la cabeza]: La eficiencia de esta actividad está esencialmente basada en la inmediatez. Se trata de intervenciones urgentes y las decisiones deben tomarse en los primeros momentos tras la ocurrencia de un siniestro. Para ello es fundamental el papel del perito interviniente determinando, junto con el asegurado, la confirmación de que una actuación de esta naturaleza es interesante desde el punto de vista económico y como servicio añadido al propio asegurado”.
NOTAS AL PIE:
- José Luis Ibáñez Gotzens fue director de RELECMAP, empresa facilitadora de servicios de peritaje de MAPFRE, y posteriormente formó parte de MAPFRE Global Risks hasta 2017. Entre sus funciones cumplió la de director de la Revista Gerencia de Riesgos y Seguros.
- En palabras de Ignacio Martínez Allué, Gerente de BMS Tec: “Ahora las empresas de recuperación, en la misma inspección, pueden hacer mediciones semicuantitativas para determinar el grado de corrosión (cloruros) y, siguiendo normas internacionales, valorar si es o no recuperable”.
Autora de este artículo:
Julia GAS es Técnico de Comunicación de MAPFRE Global Risks.
Ha colaborado en este artículo:
José Carlos Najera es Chief Claims Officer en MAPFRE Global Risks desde mayo de 2019.