El coste económico es mayúsculo, debido a las disrupciones de suministros, la aversión al riesgo y las implicaciones financieras que puede llegar a alcanzar”, señala el informe.
Los expertos de MAPFRE Economics, como se ha renombrado al Servicio de Estudios de MAPFRE, aseguran que nos encontramos en un escenario de incertidumbre extrema, en el que resulta imposible anticipar el resultado de las decisiones de política económica y social.
Por lo tanto, en la actualización trimestral de su Informe “Panorama económico y sectorial 2020”, modifican sus estimaciones e incorporan un amplio rango en función de un escenario base y otro escenario base estresado, que pueden variar en función del impacto que finalmente generen la propagación del virus y las medidas de supresión o contención que eventualmente se adopten. Con este nuevo criterio, que se aplicará mientras persista la crisis, esperan que la economía mundial se contraiga entre un 3% y un 8,2% para este año. “El coste económico es mayúsculo, debido a las disrupciones de suministros, la aversión al riesgo y las implicaciones financieras que puede llegar a alcanzar”, señala el informe.
El crecimiento económico revertirá con mayor o menor fuerza en 2021 y arrastrará una factura bajo la forma de incremento de deuda pública de, al menos, el 15% del PIB global.
En el caso concreto de la economía española, el Servicio de Estudios prevé una desaceleración de entre el 5,6% y el 10,7%, pero advierten de que es una cifra que se irá revisando en función de la extensión del periodo de confinamiento. “La actividad económica ya se encontraba en una tendencia de desaceleración antes de que fuera impactada por la crisis sanitaria del Covid-19 y por el subsecuente parón económico que se hará visible en las cifras del primer trimestre”, explican los economistas.
España, según MAPFRE Economics, entrará rápidamente en recesión, como ya muestran los primeros indicadores, principalmente los negativos datos de empleo. El parón de la actividad en los sectores de proximidad –en lo que España está especializado- podría incrementar la tasa de paro hasta ubicarla cerca del 18% a finales de año, aunque tampoco descartan, en un escenario más severo, que alcanza niveles equivalentes a la crisis 2009 (23,4%).
Además, los expertos creen que la activación de medidas estabilizadoras tendrá “un impacto colosal” sobre las cuentas públicas, no solamente por el gasto corriente necesario sino por la reducción en los ingresos que se derivan de la actividad económica. A finales de 2021, la deuda superará, según las previsiones del departamento económico de MAPFRE, el 115% del PIB, aunque se aprecia cierto margen gracias a los bajos tipos de interés y a las medidas de control de estrés soberano que se derivan de la política de balance del BCE.
Para el conjunto de la eurozona, prevé una contracción de al menos el 5,1%, una estimación que dependerá de la duración y profundidad de la contracción en la actividad económica, de la eficacia de las medidas de soporte, tanto sanitarias como económicas, y, muy especialmente, de los compromisos institucionales en materia de financiación del rescate financiero de la región que logren alcanzarse. Se podría llegar en el escenario base estresado a una caída del 12,4%. Y es que creen que “el virus ha puesto a la eurozona ante el mayor reto al que se ha enfrentado desde su fundación”.
El BCE parece, por ahora, el único elemento de ayuda mancomunada viable a corto plazo. La discusión se centra en la viabilidad, la forma y las condiciones de posibles mecanismos solidarios de rescate paneuropeo, así como en las consecuencias económicas, políticas y estructurales sobre el futuro de la unión en función de las medidas que se tomen. Eso sí, los expertos de MAPFRE Economics ven positivo que más allá del plan aprobado para acometer los retos de la crisis se vea necesario la creación de un fondo de reconstrucción (equivalente al plan Marshall) vinculado a presupuestos europeos, con lo que el principio de solidaridad parece por el momento mantenerse aún vigente en la Unión.
La caída del PIB estadounidense podría situarse en un rango de entre el 4,1% y el 10,8% (escenario base estresado). El Servicio de Estudios contempla el reinicio de la actividad de manera gradual y condicional a partir del segundo semestre “no alcanzándose un crecimiento sostenido y visible al menos hasta finales del primer semestre de 2021. “El impacto inmediato de la crisis se ha derivado de la interrupción en las cadenas de producción, la contracción sin precedentes de la actividad comercial, el tensionamiento sobre los ingresos de las familias y las pequeñas y medianas empresas, y de las dificultades del sector energético vinculado al fracking que, además, se hizo eco de la fuerte reducción del precio energético como consecuencia de la pugna entre Arabia Saudita y Rusia”.
Impacto en el sector seguros
Como la economía, el sector asegurador está viviendo una situación sin precedente. En el análisis de las peores crisis económicas vividas en los últimos cuarenta años desde 1980 que se incluyen en el informe, puede observarse que, en general, caídas abruptas del PIB llevan consigo fuertes retrocesos en las primas del negocio asegurador a nivel agregado, tanto en los mercados emergentes como en los desarrollados. No obstante, el efecto es asimétrico en las distintas líneas de negocio. Los seguros de autos, comercio, industriales y los de vida son los que más sufren y sufrirán las consecuencias de corto plazo de la crisis. Los seguros de salud, por su parte, han demostrado una gran resiliencia en estas situaciones, comportándose incluso de forma anti-cíclica en los peores momentos de la crisis. Los seguros del hogar y comunidades tienden a ralentizarse, sin llegar a experimentar grandes retrocesos. En el caso de los seguros de Vida ahorro y rentas vitalicias tradicionales, el efecto más desfavorable (con implicaciones estructurales y de medio-largo plazo) es el entorno de bajos tipos de interés, que hasta ahora era un problema propio de las economías de los países desarrollados, pero que se está extendiendo a los mercados emergentes.
En cuanto a los efectos de la actual crisis sobre los balances y la solvencia de las entidades aseguradoras, se prevé que esta se mantenga, debiendo destacarse que el sector asegurador español ha tenido, tradicionalmente, un carácter marcadamente conservador en sus inversiones, en las que los bonos soberanos españoles y de otros países de la eurozona son la inversión mayoritaria, los cuales, al haber quedado respaldados por los amplios programas de adquisición de activos aprobados por el BCE, tienen un riesgo más limitado.
Puede consultar la versión completa del informe del Panorama aquí