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¿Cuál es el futuro del hidrógeno verde en América Latina?

El hidrógeno verde es un elemento clave en la transformación del panorama energético mundial. En América Latina, territorio que cuenta con abundantes recursos naturales, muchos países están poniendo en marcha estrategias de desarrollo y la planificación de grandes infraestructuras.

El hidrógeno producido de una manera renovable tiene el potencial de convertirse en un agente fundamental de la transición energética mundial. Como explica Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno, su versatilidad hace que pueda ser una solución para sectores estratégicos e históricamente contaminantes, como el transporte, la gran industria o la construcción. Aunque se está desarrollando a escala mundial, existen regiones con un alto margen de distancia con su potencial, como América Latina, con unos recursos naturales inmejorables y una rica matriz renovable que puede sustentar la generación de hidrógeno verde, ya que el crecimiento va necesariamente en paralelo. De hecho, el mayor proyecto eólico -terrestre- de la región, que se está construyendo en Magallanes (Chile), está destinado principalmente a la producción de H2. Aunque aún no se produce de manera comercial, tanto los gobiernos como los profesionales del sector están comprometidos con el impulso de este vector en el continente y, en su camino a la consolidación de la industria, ya cuenta con 13 proyectos operativos y más de 70 en desarrollo.

Los países que lideran esta transformación en la actualidad son Chile, Colombia y Brasil, aunque el peso de esta evolución recae también sobre otros muchos como Argentina, Uruguay y Costa Rica. Según un informe publicado por la H2LAC —una plataforma colaborativa cuyo objetivo es impulsar el desarrollo del hidrógeno verde y sus derivados en América Latina y el Caribe con el apoyo de instituciones como el Banco Mundial o la CEPAL— los esfuerzos compartidos y la condición preexistente les está permitiendo alcanzar “costos de producción bastante competitivos y una voluntad política en crecimiento que ha venido integrando el H2 como una de las fuentes más viables de la región”.

 

Impulso regional

Durante el segundo Congreso Latinoamericano del Hidrógeno, celebrado a finales de 2022 en Cartagena de Indias, el Banco Interamericano de Desarrollo insistió en el impacto positivo que el afianzamiento de la industria tendría en la región, tanto económico como social, ya que podría suplir mercados energéticos en Norteamérica, Europa o Asia. Según un reciente informe de Global Energy Monitor, organización no gubernamental que analiza los proyectos de energía renovable, la exportación de H2 tiene un beneficio potencial muy importante y su producción ya “se ha convertido en un factor motivador desde el punto de vista económico para el desarrollo eólico de América Latina” y “los acuerdos de hidrógeno verde, como los que Chile firmó con los puertos de la Unión Europea, son una manera de garantizar que América Latina pueda asegurarse una participación en este mercado creciente”.

Al margen de las redes comerciales y los espacios renovables que ya se están estructurando en torno a esta industria, el hidrógeno verde precisa de un marco normativo que asegure un crecimiento estable de su producción. En este sentido, la H2LAC publicó algunos de los avances institucionales que se habían logrado a fecha de 2022:

      • En Colombia el hidrógeno verde se define como una fuente no convencional de energía renovables y los proyectos de producción accederían a beneficios tributarios.
      • En Costa Rica se han aprobado políticas para el aprovechamiento de los recursos excedentes en el Sistema Eléctrico Nacional para el desarrollo de una economía de H2V, y existe una ley de incentivos al transporte verde.
      • En Argentina se ha presentado un proyecto de ley para la promoción del hidrógeno bajo en emisiones.
      • En Brasil, durante el Consejo Nacional de Política Energética de 2022, se firmó un programa nacional para desarrollar la economía del hidrógeno en la región, que ya está trabajando en una hoja de ruta nacional.
      • Bolivia planea publicar su hoja de ruta para el hidrógeno en 2023, definiendo a su vez la oferta y la demanda esperada.

 Desafíos regionales

Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), existen cinco áreas de acción en las que América Latina puede potenciar la producción de hidrógeno verde.

    1. Las oportunidades inmediatas, que pasan por la descarbonización de la producción existente. La profusa demanda de hidrógeno en algunos países puede ser punto de partida para “el despliegue de hidrógeno de bajas emisiones” a partir del despliegue de la investigación e innovación en la materia. Además, recalca que en los países sin una producción significativa se podrían realizar proyectos piloto.
    2. Planes de inversión y financiamiento que fomenten “modelos empresariales específicos” que contribuyan a la creación de infraestructura. En este aspecto, la inversión privada y la dirección de los gobiernos es fundamental, además de una coordinación final entre investigadores, empresarios e instituciones públicas.
    3. El desarrollo tecnológico y la fortaleza de una competencia comercial es también un punto de partida ineludible para el asentamiento de la industria a largo plazo dado que promueven los proyectos piloto que fomentan mayores oportunidades. También “crean espacios de convergencia en los que diferentes actores aúnan esfuerzos para desarrollar soluciones adaptadas a las necesidades y circunstancias de la región”.
    4. Avances regulatorios que establezcan programas de normalización, garantía de origen y certificación que supongan el “eslabón estratégico que falta entre las estructuras de incentivos y la aparición de mercados o, al menos, el uso más amplio del hidrógeno”.
    5. Colaboración regional e internacional que garantice que el hidrógeno no se desarrolle de forma aislada dentro de la región ni apartada de los avances globales, ya que supondría la estancación de su desarrollo tecnológico y su internacionalización. “Actualmente, los sistemas energéticos de América Latina están interconectados más que integrados, y las infraestructuras de interconexión suelen tener bajas tasas de utilización, especialmente en América del sur”.

 

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