A pesar de ser una industria con plazos muy largos de certificación en la innovación de sus procesos, el sector aeroespacial ha consolidado en las últimas décadas una importante evolución tecnológica, que la sitúan ahora entre las denominadas 4.0. Conocemos, de la mano de Luis Lizcano, presidente ejecutivo de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial, los avances logrados en los últimos años, y el efecto de la pandemia en este progreso.
La evolución tecnológica es un aspecto fundamental del sector aeronáutico, cuyo desarrollo está muy vinculado a la Industria 4.0. Al hablar de una actividad de precisión, hablamos de una producción con plazos muy largos de certificación en la implementación de nuevos procesos. “Aunque la tecnología es fundamental, nuestro sector es también cauteloso a la hora de integrarla, porque el factor de la seguridad se tiene más en cuenta que en otros sectores; en estos dos ámbitos hay mucho por investigar” asegura Luis Lizcano, presidente ejecutivo de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA). Esta moderación, sin embargo, afecta tan solo a la aplicación de nuevas técnicas. “Existe un apoyo histórico de la industria a la investigación. A diferencia de otros sectores económicos, está dotada de importantes inversiones”, añade, con los que se afrontan grandes desafíos, como la generación de alternativas de propulsión sustentables hasta el uso de combustibles más eficientes o limpios, como la electricidad o el hidrógeno.
Estos objetivos de respeto con el medioambiente son, precisamente, el último hito que ha marcado la transformación tecnológica del sector, desde la actividad sostenible hasta la atenuación del ruido ambiental. “Tenemos, por ejemplo, el desarrollo de materiales compuestos de fibra de carbono, que han derivado en piezas mucho más resistentes y ligeras, que facilitan los objetivos de eficiencia y sostenibilidad”, explica el presidente ejecutivo de FEMIA. El compromiso de los responsables del sector en Latinoamérica, y en concreto en México, es innegable.
“Las grandes corporaciones se están tomando esta transformación muy en serio, y han alcanzado unos niveles de madurez digital muy elevados. El problema es que nuestra cadena de suministros es muy compleja y abarca no solamente a las grandes corporaciones, sino también las pequeñas y medianas empresas, e incluso empresas familiares. Nosotros estamos dándonos a la tarea. Tenemos una comisión de nuevas tecnologías que en estos momentos está haciendo un diagnóstico sectorial en la región, y con el queremos identificar las brechas tecnológicas a superar”, asegura.
Principales disciplinas
Como nos explica Luis Lizcano, la industria está llevando a cabo una transformación holística, que abarca multitud de disciplinas que se implementan tanto en la manufactura como en la recogida de información para la optimización de procesos y el impulso de la precisión. Estas son algunas de las más relevantes, ya asentadas a escala global:
Manufactura aditiva. La posibilidad de modelar la inmensa cantidad y variedad de piezas en una misma cadena de suministro conlleva un importante ahorro de tiempo y costes, teniendo en cuenta que un avión puede llegar a tener entre cuatro y seis millones de componentes diferentes, y prácticamente no hay dos aviones iguales. “Muchas de estas piezas, sobre todo las metálicas, se manejan todavía con manufactura sustractiva. Estamos hablando de mecanizados de precisión, y la manufactura aditiva viene a dar una alternativa donde el proceso puede llegar a ser complicado por la forma que se está tratando, dando la posibilidad a los diseñadores de alcanzar estructuras más complejas, ligeras y mucho más resistentes”, explica Lizcano.
Big Data. Una aeronave en vuelo genera un significativo volumen de información que, con el avance tecnológico de la industria, se recoge tanto desde el mecanismo interno como del entorno. “Está siendo muy efectivo, por ejemplo, el análisis de la información que generan las turbinas, la parte más crítica de un avión y que genera una cantidad de datos vital sobre los motores, en base a la cual podemos desarrollar alternativas que sean más seguras y eficientes”, nos explican desde FEMIA. Estas naves también son capaces de recopilar patrones climáticos o variables de altura y presión, con los que se pueden optimizar rutas y evitar tramos de turbulencias.
Inteligencia Artificial. En el ámbito de la observación terrestre, existen procesos basados en imágenes satelitales para monitorear y desarrollar entornos más sustentables y preservar la reserva de la biosfera. Con estas aplicaciones se detecta, por ejemplo, el índice de refracción ultravioleta de las plantas.
Robótica colaborativa. Como explica Luis Lizcano, es algo cada vez más generalizado en las empresas del sector. “Muchas plantas de manufactura en México ya utilizan esta tecnología, que es una adaptación de la robótica convencional, y muy conveniente para nuestra industria, que sigue teniendo una dependencia del conocimiento y la habilidad humana”, asegura.
Igualmente, existen muchas otras líneas de investigación que no son conocidos públicamente, ya que las empresas manejan este desarrollo de forma confidencial, aunque “sabemos que hay algunos frentes de interés, como el regreso a la aviación supersónica o los vehículos no tripulados, que tienen un gran potencial”.
Según la organización mexicana, el principal desafío para lograr la existencia real y competitiva de una industria aeroespacial 4.0 pasa por la preparación de sus profesionales. “Las nuevas tecnologías tienen que ser manejadas por personas y el reto que nosotros tenemos es precisamente seguir siendo competentes dentro del sector. Estamos trabajando en conjunto tanto con nuestras instituciones de educación en el país como con las empresas e instancias gubernamentales, para que nuestro equipo, nuestro personal, tenga ese dominio de estas nuevas tendencias tecnológicas, y seguir creciendo en un sector tan beneficioso para la economía”, concluye.
Impacto de la pandemia y perspectivas
La brusca irrupción de la pandemia en la industria aeroespacial mexicana fue inmediata y severa. “En abril de 2020, cuando recién empezó, ya estábamos a niveles del 9% respecto a 2019. Obviamente, si no hay pasajeros volando, no hay necesidad de aviones ni de hacer un gran mantenimiento”, explica Lizcano. La reacción inicial, como en muchos otros ámbitos, fue de desconcierto, aunque no se tardó en buscar solución a los problemas que iban surgiendo. “En el caso de nuestra industria hubo una baja inminente en los volúmenes de producción, y por ello necesitamos hacer unos ajustes en toda la cadena de proveeduría. Adicionalmente a esto, en algunas regiones designaron nuestra industria como esencial, y fuimos muy activos en el transporte de carga para proveer de insumos de necesidad, y las instancias de seguridad y defensa fueron fundamentales durante la pandemia”, asegura.
El principal aprendizaje que esta coyuntura mundial dejó para los tiempos venideros es que una industria del peso de la aeroespacial tiene que estar preparada para cualquier contingencia, de forma que pueda actuar de manera más rápida y sin ese periodo de desconcierto. “La profundidad y la gravedad de esta pandemia fue de proporciones mayúsculas. No estábamos preparados, la humanidad no estaba preparada para lidiar con este tipo de situaciones. Y la industria -no solamente la aeroespacial- tuvo que hacer ajustes importantes en la manera de conducir los negocios”, afirma Lizcano.
A pesar del varapalo, desde FEMIA esperan una recuperación cierta y progresiva. “Tras 2020, que fue un periodo de decrecimiento económico en México, experimentamos un descenso de un 31% en la producción, después de haber llegado en 2019 a casi 10.000 millones de dólares de exportaciones, en un año disminuyó alrededor de 6.700 millones de dólares. En 2021 estamos acusando ya signos de recuperación gradual, tras iniciarlo con un primer trimestre muy bajo”. Las previsiones para el último trimestre de 2021 y comienzos de 2022 son de una recuperación en torno al 16%, y se espera alcanzar niveles previos a la pandemia en 2023. “El principal desafío deriva de la disrupción en la cadena de valor, las empresas tuvieron que reestructurar sus cadenas de suministro, se diversificaron un poco más y se dependió menos de proveedores únicos. Esto, obviamente, implica cambios y mucho trabajo, pero también muchas oportunidades que pueden beneficiar a México”, asegura Luis Lizcano, que insiste también en la necesidad de potenciar el conocimiento y la alta tecnología a partir de la formación de los profesionales. “Nuestra región tiene afortunadamente una situación demográfica favorable, y lo que necesitamos es potenciar la capacitación para que puedan desempeñarse en nuestro sector”, concluye.
Ha colaborado en este artículo…
Luis G. Lizcano, presidente ejecutivo de FEMIA (Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial). El Sr. Lizcano tiene más de 25 años de experiencia en el desarrollo de la industria desde diferentes perspectivas (posiciones gubernamentales y empresas privadas). Estuvo a cargo de la Atracción de Inversión Extranjera Directa para el gobierno del estado norteño de Chihuahua, donde tuvo la oportunidad de diseñar e implementar la Estrategia de Desarrollo de la Industria Aeroespacial para atraer compañías como Cessna, Honeywell Aerospace, Beechcraft y Bell Helicopter, por mencionar algunas. Su trayectoria es importante en el desarrollo económico, automotriz, aeroespacial e industrial. Es licenciado en Ingeniería Industrial por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.